Por El Señor Malhaje /// Fotos Dani Cantó
A menos de un años después de la fiesta que el sello discográfico Foehn hizo con motivo del décimo aniversario de su nacimiento, algunos de los grupos de la familia se volvieron a reunir (repetía solo Marina Gallardo) para dar a conocer el lado más intimista y acústico del catálogo. Tocaron Diego Hernández (nuevo fichaje), Cherry, I Am Dive, Marina Gallardo y El Gran Amat, estos dos últimos con banda completa.
Abrió para un público escaso Diego Hernández, solo con una guitarra eléctrica a la que supo sacarle texturas y jugar con la dinámica sin necesidad apenas de efectos. Fue un concierto corto, o que se hizo corto, en el que adelantó algunas canciones de su inminente primera referencia. Canciones en inglés, calmadas pero intensas, jugando con una tímida rabia que parecía a punto que aparecer pero al final terminaba diciendo mucho más en su ausencia. Fue una pena que la sala estuviera casi vacía durante una actuación que dejó con ganas de más.
Cherry se presentó con una formación extraña, su vocalista tocó guitarra, sintetizador y un pequeño juego de percusión, haciendo loops con todos esos recursos y montando muros de sonido que iban entre lo ruidoso y lo preciosista. Le acompañaba un trompetista que también utilizó efectos para colaborar en la construcción del sonido del grupo. Presentaron las canciones de su primera referencia con Foehn, “Jaulas con vistas”.
El mejor concierto de la noche, probablemente, fue el de I Am Dive, de vuelta a Barcelona después de su aclamado concierto en el Heliogàbal el pasado verano. Con la misma formación pero con canciones nuevas el dúo salió al escenario y brevemente presentó las canciones de Constelations (2011), su primer EP con Foehn y de lo que será el primer largo del grupo Ghostwoods. Precisamente fueron las nuevas canciones las que más sorprendieron por lo original e inesperado de las bases electrónicas, disonantes y abstractas en algunos momentos, haciendo que la escucha atenta fuera necesaria para entrar en los paisajes sonoros que creaban. El concierto también fue corto (la ocasión lo exigía), pero terminó de la mejor manera, con la canción “Summer Camp” y con la voz de Esteban hecha loops, hecha un mantra que crecía junto con los delays y ocupaba hasta el último rincón de la habitación.
Marina Gallardo se centró sobre todo en canciones nuevas, apenas cayeron dos canciones de sus dos primeros discos, de las que llamó la atención la reescritura de “X-Song” (de Working to Speak, 2008), interpretada sin guitarras ruidosas, con un teclado que rozaba lo ambiental y con la cantante sosteniendo un sonajero en la mano. El repertorio hizo hincapié en la faceta más oscura y obsesiva de la autora, que estuvo acompañada por una banda de tres músicos excelentes que supieron darle la intensidad necesaria al concierto, destacó la sección rítmica y sus ritmos muchas veces a la contra.
El Gran Amat cerró la noche con el concierto más festivo y animado de todos. Tocaron canciones de su primer disco (El primer disc, 2009) y también alguna inédita. El grupo pusieron la nota desenfadada de la noche, tan necesaria a modo de contrapunto con el tono general del resto de la fiesta. Su formación clásica acompañada en ocasiones de una trompeta y en otras de un Casiotone, hicieron que la gente bailara un poco. Fue un buen final de fiesta.
Como conclusión, durante la noche se dieron buenas muestras de lo que está por venir en Foehn y, lo que es más importante, de que hay mucho por venir en el sello barcelonés, buenas noticias.