RPM: 50 años del debut de los Kinks

October 1, 2014

The-Kinks-debut

Por: Ernesto Acosta Sandoval (@admiralhalsey_)

De veras me atrapaste: 50 años del debut de los Kinks

En esta ocasión, más que centrarme en un sólo disco voy a hablar del inicio de una carrera que fue propulsada por este debut. La historia de The Kinks es una de fracasos, derrotas, paciencia, recompensas tardías, malas decisiones y sobre todo, mala suerte y un terrible timing. ¿Por qué, entonces, vale la pena hablar sobre ellos? Justo por todo lo anterior, porque al final el grupo superó todo y las batallas perdidas se han quedado como anécdotas, pero la música ha pasado a ocupar el primer plano en el que siempre debió estar.

En 1964, la escena musical británica estaba en plena efervescencia: los Beatles tenían acaparadas las listas de popularidad, los Rolling Stones estaban empezando a despuntar, lo mismo que The Who. Se estaba cocinando eso que se llamó “La Ola Inglesa” y que tomó al mundo desprevenido, pero que el mundo recibió con los brazos abiertos. Estos grupos estaban tomando el Rhythm & Blues y el Blues sureño de Estados Unidos y le estaban dando la vuelta inyectándole una vitalidad y un coolness que ni los propios americanos sospechaban que podía tener. Los Kinks no se quedaban atrás y lo llevaron un nivel más allá. Para finales del año, lanzaron su primer LP homónimo.

The Kinks es la declaración de principios de los hermanos Ray y Dave Davies. Más o menos bien logrado. El álbum está mucho más cercano a los Yardbirds y a The Animals que incluso a los propios Stones. Un puñado de covers, algunos un poco intrascendentes (como “Long Tall Shorty”), otros muy buenos (como “Cadillac” de Bo Diddley); otro puñado de canciones originales, apenas cinco de 14 (comparándolo con Please Please Me o With The Beatles que traían ocho originales y seis cóvers cada uno, vemos por donde está la flaqueza del disco).

El álbum, aun así, destaca por la inclusión de dos canciones originales de Ray Davies: “You Really Got Me” y “Stop Your Sobbing”. Nada más por esas dos, los Kinks labraron su nombre y aparecieron en el mapa. La primera, con un riff poderosísimo y ultra reconocible, el inicio de muchas cosas y cuya influencia se disparó hasta los siempre borrosos orígenes del Punk y el Heavy Metal. Todo en “You Really Got Me” es precisión, los golpes de la batería, la voz guarra y áspera de Ray Davies, el electrificante solo que toca su hermano Dave y que parece que va a hacer estallar los amplificadores. “Stop Your Sobbing”, por el otro lado, es una balada hermosa, tiernísima, dulce. Lo disímil a “You Really Got Me”, como para demostrar que los Kinks también tenían su corazón bien puesto. “Stop Your Sobbing” está estratégicamente colocada como la penúltima canción del disco, justo cuando el LP se empieza a poner repetitivo.

La historia de los Kinks empezó a caminar un poco coja, nunca fueron afortunados como sus contemporáneos. Nunca llenaron estadios. La prensa nunca les celebró sus desmadres, muy al contrario, cuando se agarraron a golpes en el escenario en 1965, el grupo fue vetado de Estados Unidos por cinco años, cosa que al final fue un golpe fatal a la promoción de la banda. Mientras los Beatles, los Stones y The Who experimentaban con la sicodelia en pleno, ellos iban un año atrás, apenas descubriendo cómo usar el estudio a su favor (caso concreto, la dupla de discos Face To Face y Something Else de 1966 y 1967, respectivamente), cosa que los otros ya habían superado.

Mientras ellos, los otros, estaban planeando cómo cambiar al mundo por enésima ocasión inventando el futuro, los Kinks sólo querían regresar a una época más sencilla (The Kinks Are The Village Green Preservation Society de 1968). No sería hasta 1969 que Ray Davies se le pondría al tú por tú a los demás, lanzando una Proto Ópera Rock, pensando que quizá, ahora sí, les estaba leyendo la mente a Townshend, Lennon, McCartney, Jagger y Richards. Es una pena que The Who haya decidido lanzar Tommy en mayo de ese año, adelantándose seis meses a Arthur (Or The Decline and Fall of the British Empire). Mala suerte. Todo en los sesentas fue funesto para Davies y compañía.

Hoy, a 50 años dan ganas de abrazarlo y decirle: “No hay problema, Ray, todo lo que hiciste sirvió de algo: el Punk y el Metal hubieran sido muy distintos sin tí, no hubiera habido un movimiento Cool Britannia en los noventas y Damon Albarn sería un persona muy diferente sin tí”. Pero no creo que sea necesario, estoy convencido de que Ray lo sabe al ver el estado de la música británica desde hace ya, al menos, un par de décadas. Es un hombre inteligente.

 

 

Post escrito por: Ernesto Acosta

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