RPM: Blinking Lights And Other Revelations de Eels

April 16, 2015

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No son of a bitch:
Blinking Lights And Other Revelations de Eels

Por Ernesto Acosta Sandoval 

Hace 10 años Mark Oliver Everett, Mr E para los cuates, se puso muy personal. Mucho más personal que de costumbre. Después de un disco como Electro-Shock Blues (1998), ¿qué más personal se puede llegar a poner? La respuesta es: mucho. Escuchar un álbum como Blinking Lights And Other Revelations no es sólo una experiencia sonora, es abrir un álbum de fotos mientras la voz del cantante te va contando qué significa para él cada una de las imágenes que vas viendo. Es como si E te invitara una tarde completa a recorrer su vida, sus fracasos (“I’m Going To Stop Pretending That I Didn’t Break Your Heart”), su historia familiar, su necesidad por ser feliz, sea lo que tenga que ser la felicidad para un hombre como él. Es un viaje arduo y lleno de riscos (“Son Of A Bitch”), un paseo por lo más oscuro del bosque que encierra su corazón (“Suicide Life”), pero al final encuentras el cielo azul. Es un ejercicio de paciencia, como si E te dijera todo el tiempo: “Todo esto estuvo muy feo, pero el camino vale la pena. Vas a ver”. Y sí, hay momentos en las fotos/canciones que preferirías voltear la vista a otro lado (“Trouble With Dreams”), pero por fortuna tienes la voz de E como ancla y recordatorio de que todo salió bien al final. Everett sabe que la vida no es nada fácil: la muerte de su padre, el genial físico Hugh Everett III, creador de la teoría de los mundos paralelos; el suicidio de su hermana; la muerte de su madre después de una larga batalla con el cáncer de pulmón. Pero también sabe que si el dolor no se exorciza se queda adentro, se pudre y el resultado es peor.



Blinking Lights… es una carta de amor a la vida. Así. Tan general y tan a lugar común como eso pueda sonar. Pero nunca es cursi, ni azotada. E escribe letras claras y directas, sin adornos ni florituras, sin necesidad de usar metáforas ni exageraciones. Esta carta de amor se puede leer como una manera de ponerse a mano con todo lo que le ha sucedido a E. Es imposible no notarlo cuando el final del disco es “Things That Grandchildren Should Know”. El último track, de 33, es la piedra sobre la que el disco reposa. En esos 5:22 minutos, Everett nos abre el corazón de una manera brutalmente honesta. Es el final del paseo por sus recuerdos, es el despertar después de una noche turbulenta. Nos expone sus temores, pero sin sonar aterrorizado. Nos habla de sus fracasos, pero sin ser autocomplaciente. Nos dice que no se arrepiente de nada porque está convencido de que su corazón está en el lugar correcto. En “Things That Grandchildren Should Know”, como en todo el disco, Mark Oliver Everett sonríe sabiéndose satisfecho con lo que ha logrado y sale victorioso y en hombros de una batalla cruenta y descarnada. Esa batalla es la vida.

Post escrito por: Ernesto Acosta

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