Sala De Espera /// “Pero si no es para tanto”

March 15, 2017

Alison Mosshart. Foto Óscar Villnueva

Por Maza @ideasdelmaza

En principio esta columna tiene la intención de ser quincenal, pero como la planta dio sus frutos quiero hacer unas apreciaciones a ciertas respuestas que provocó el texto de la semana pasada como el que da título al de hoy. (Todas las frases entrecomilladas son reales y fueron tomadas de las redes sociales).

¿Pero qué dices? “Si no hay bandas suficientes para llenar los carteles”. Es igualito que con las mujeres astronautas, bomberas, médicas o CEOs. No hay o no quisieron venir. Entonces, ¿cómo para qué molestarse en invitarlas? ¿No? Claro que hay, y muchísimas más de las que se muestra en los medios o de las que pretendemos visibilizar. Basta con rascarle un poquito a la red, ver reseñas en las revistas que son más o menos inclusivas o ir a conciertos como el Festival Ruidosa. De verdad, no hay que escrutar la web. 2.0, ni ir al “mítico bunker feminazi” para encontrarlas. Están ahí, justo al costado. Sólo tenemos que voltear a oírlas y dejar los estereotipos y prejuicios de lado. Es ridículo que la ignorancia y el recelo se vuelvan una verdad.

Entiendo bien que los festivales de géneros tradicionalmente viriles (digamos: Hardcore o Metal) la tienen más difícil porque el rezago es mayor. No obstante las bandas no van a salir de la noche a la mañana y en algún sitio se debe que empezar la conquista. Un esfuerzo, aunque pequeño, sería notorio y aplaudible. Pasar heroicamente como los dos festivales de Metal que mencioné es francamente de risa (porque no queda de otra). Es patético que en el Hell & Heaven solo hubo cinco actos con mujeres (en cuatro sólo es una y en el otro si está más democrático, es decir cerca de ocho mujeres entre toda la jauría de metaleros: 55 bandas). ¿De verdad alguien cree que no había más?

También es cuestión de procesos de apertura, proporcionar a las mujeres espacios que nunca han tenido y en los que hombres hemos dominado sin merecerlo. Cada banda de o con mujeres que suba al escenario, sea del género que sea, tendrá algún tipo de eco, será un escalón para llegar al techo y romperlo de una vez por todas. Instaurar nuevos modelos de mujeres en el Rock o que estos sean relevantes es parte fundamental de la solución. En una entrevista para Alt Latino, Phanie Díaz y Jenn Alva de FEA declaraban que se habían vuelto punks por ver a Loi Barbero de Babes in Toyland en concierto. Sin Joan Jett o The Bags no existiría Babes in Toyland. Sin Babes in Toyland o Bikini Kill no existirían Hello Cuca y sin éstas Las Odio. Ven a dónde quiero llegar, ¿no? Y pongo un ejemplo más o menos underground para que sospechemos el impacto que se puede tener desde las palestras de las alturas. Entre más mujeres sean y dominen los escenarios, más mujeres vendrán a “invadirnos”.

Indian Jewelery. Foto Claudia Ochoa

Bueno, bueno. Las hay pero “las que hay no son tan buenas”. ¿No son tan buenas? La calidad en la música popular es una construcción estrechamente relacionada con los medios y su organización. La diferencia entre el “talento” de Lost Acapulco y Las Ultrasónicas, o entre Bright Eyes y Julie Doiron es, si existe, mínima. Pero el fanbase de los primeros es inmensamente mayor, bien por ellos se lo han ganado. No es su culpa. Pero sí hay que señalar a la industria porque han favorecido plenamente a los hombres. Pero ¿cómo se puede dudar de la selección y promoción basada en la calidad? Por qué habría que hacerlo si los organizadores son hombres, y los programadores hombres, y los dueños de disqueras hombres, y los hombres sabe qué hacer… y, bueno, alguien tiene que cuidar a los niños (ah perdón esto no va aquí, ¿o sí?). Soy cándido y no creo que sean malas personas, y seguro están defendiendo un negocio, pero pues ya es tiempo que dejen entrar. La calidad no habita en nuestro gusto refinado, personal y masculino. Así que ¿por qué no encumbrar a Nina Galindo o Rita Guerrero en vez de aplaudir desaforadamente a Rockdrigo o a Saúl Hernández? ¿Por qué pensar que el genio y destreza musical de Meme es mayor que el de Julieta Venegas?

Chido, hay algunas buenas pero “nadie iría a verlas porque no gustan o nadie las conoce”. El gusto también es una fabricación mediática así que la apertura al talento de las mujeres en los festivales, debería ir acompañada de una toma de conciencia de los medios para visualizar el conflicto y trabajar hacía una sociedad más equitativa. Escuchamos lo que compramos y compramos lo que suena. Nos gusta lo que nos lleva a convivir. Y claro, “no veden” porque nadie las conoces y nadie las conoce porque están eclipsadas por ese ejercito de hombres con su “talento superior”. O más bien sí venden, pero “sus cosas: ropa, imagen, sensibilidad romántica”.

Al final de cuentas, “la música no tiene género las bandas deben de luchar por igual sin importar su sexo”. Claro, todo es bien transparente en la industria, todas y todos tenemos las mismas oportunidades. En México el Rock, como prácticamente todo, ha sido un terreno colonizado por lo hombres, por nuestros gusto, por nuestros deseos y estereotipos. Las mujeres nunca han partido como iguales. Ahí está el problema. Como sucede en las calles; las bandas de hombres no se han visto vejadas ni limitadas por el poder ejercido mayoritariamente por hombres. Nadie les ha pedido que canten un tipo de música más emocional, o más “suavecito”, que salgan al escenario con una “faldita mona” o que se muevan sexy. A las mujeres además de esto les toca trabajar doble cobrando menos. Justo ahora escucho una entrevista con Rosa Maria Calaf en la que explicaba como una compañera de la BBC le decía: “las mujeres tienen que correr donde a los hombres les basta con caminar”. Poco más se puede agregar a esta contundencia. Las cuotas son necesarias para resarcir la falta de privilegios y la atraso en políticas públicas.

The Coathangers. Foto Claudia Ochoa

Toda la industria se rinde a la memoria de Kurt Cobain, pero a Mia Zapata pocos la recuerdan o tiene registro de su asesinato (para informar, era la vocalista de The Gits). La memoria es de los privilegios, es decir: los hombres. Todos sabemos quién es Temple of the Dog, pero no muchos a L7 o 7 Year Bitch y mucho menos a Calamite Jane, y muchos menos recuerdan los ataques que éstas ultimas recibieron en Buenos Aires cuando le abrían a Nirvana. Mientras la lucha no sea idéntica y se exterminen los estigmas, los estereotipos y la violencia seguirá siendo necesario alzar la voz. Seguirá siendo forzoso preguntarnos sobre estos temas y si cabe arrepentirnos.

Alguien grita “Ya hasta en la música hay pedo”. ¿Ya? Este pedo está porque así está el pedo en México. La música es una muestra de la poca equidad y respeto por las mujeres que envenena el país. “No tiene sentido cuestionarse esto con la de problemas que tiene México”. Repito: todas las luchas feministas son válidas porque están conectadas; toda la violencia se perpetúa en nuestra cultura y se replica, hoy es la falta de interés de mujeres en la música, mañana en el futbol, pasado en la academia y al final nos preguntamos “inocentemente” por qué las mujeres “no deberían andar solas en la noche”.

¿Cómo resolver esto? ¿Es posible alcanzar la paridad sin sacrificar el talento o el gusto del público?

En realidad esta reflexión me parece no sólo muy interesante sino necesaria. Y por ello necesita un debate amplio en el que converjan todos los puntos de vista. Tal vez dedique después a hablar del tema, pero como breve cierre me parece indispensable que el primer paso es que haya cuotas autoimpuestas. (Si me agarran en un día radical, diría que debemos obligarlos a todos a la paridad). Si las mujeres pueden entrar de golpe que mejor. Todo esto suena muy bonito desde lo abstracto (como las leyes de igualdad), pero sí que es posible. El NRMAL lo hizo bastante bien, porque la paridad fue decisión de ellos, sin afectar la calidad o el estilo del festival. Sólo hace falta aceptar que como hombres hemos sido privilegiados y que los lugares que antes se daban por sentado deben ser ocupados de una vez por todas por las mujeres. Sin excusas.

Ahora para terminar les propongo un juego: El bingo del sexismo en los festivales.
Inspirado por Sexism Bingo y adaptado por su servidor al Rock (muchas sólo las traduje).

* Por último una disculpa por el dato estadístico del NRML (al principió apunté que era 43% y perdí de vista dos bandas (no soy Wikipedia y no me sé los integrantes de todos los grupos) que hacen que el porcentaje sea 19/21. Ellos dicen que 50% que les creo, pero no respondieron el mail por si alguna se me había ido. Lo siento si es así. Es poco importante, ya que lo han hecho de maravilla.

Post escrito por: Maza

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