RPM: 35 años de Seventeen Seconds de The Cure

April 22, 2015

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Come closer and see into the trees: 35 años de Seventeen Seconds de The Cure
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_

Nunca deja de sorprender todo lo que se desprendió de esa primera explosión Punk inglesa de finales de los setenta. Es como si las aparentes limitantes del género hubieran retado a las mentes más inquietas pertenecientes al movimiento. Si vemos todo lo que sucedió musicalmente en el Reino Unido entre 1977 y 1980, es raro ver a alguna banda que no haya ido mutando su estilo de lo más básico de la premisa a cosas más elaboradas. Elvis Costello se volvió más bailable, The Clash estaba en su propia liga, The Police prácticamente inventó el New Wave, The Jam revivió al mod, Joy Division hubiera alcanzado alturas insospechadas de no haber tenido el final que tuvo (y eso por no hablar del trancazo que ha sido y es New Order). Lo sorprendente del caso The Cure es que el salto de banda Punk lo dieron por completo de un disco a otro. Todas las otras bandas que mencioné tuvieron un periodo de prueba y error en lo que se establecían en su sonido definitivo. Robert Smith, Simon Gallup y Lol Tollhurst se metieron de lleno para su segundo álbum en el sonido con el que serían reconocidos el resto de su carrera (que si bien no fue constante, sí los encasilló).

En Seventeen Seconds ya no hay rastros de los ritmos juguetones que estaban en Three Imaginary Boys de apenas un año antes, ni suena a los sencillos recopilados en “Boys Don’t Cry” cuya canción homónima todavía tiene dejos de Punk Lo-Fi. Seventeen Seconds es también primordialmente Lo-Fi. Suena a una banda ensayando en un cuarto oscuro mientras alguien los graba en un cassette, pero la gran diferencia es que Seventeen Seconds prácticamente inventó un género propio que era la mezcla perfecta entre el ambiente de una película de la Hammer, con personajes al borde de la desesperación y el nihilismo y letras que parecen sacadas directamente del romanticismo inglés del siglo XIX.

La angustia que aparece en canciones como “A Reflection”, “The Final Sound” (con todo y sus escasos 52 segundos de duración) e “In Your House” no se había visto plasmada en un álbum de esa manera tan directa. En canciones como “Play For Today” o “A Forest” se nota la influencia del motoryk alemán de Neu! y Kraftwerk, pero también proyecta a lo que sonarían grupos como Bauhaus, algunas cosas de Siouxsie & The Banshees, y resulta curiosamente paralelo a lo que Joy Division dejaría dicho en Closer. La voz de Robert Smith suena desencajada, oculta y susurrante enterrada entre las guitarras, el bajo, los sintetizadores y la batería, y aun así, el disco no se siente atascado en ningún momento, cada instrumento tiene su lugar y cada nota está insertada ahí con precisión de relojero. A esto suena el que una banda encuentre su propio sonido.

Post escrito por: Ernesto Acosta

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