Reporte MHR desde Lollapalooza Berlín

September 14, 2015

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Por Brenda Brown, corresponsal en Berlín, Alemania

Día uno

Fuera de lo común para la organización y puntualidad rigurosa alemana, es posible que por ser uno de los eventos masivos más importantes del año en esta ciudad y por su debida exaltación por llevar a cabo tal evento a la perfección hayan errado ligeramente en los cálculos para un acceso fluido y, más importante aún, en la cantidad suficiente de baños públicos, llevando a la audiencia a esperar hasta una hora para lograr hacer uso de éstos.

Sin embargo a pesar de que estos fueron los dos puntos más comentados en los medios dentro de todo el país, se ha olvidado un poco de informar sobre un evento que sobrepasó las expectativas de sus visitantes.

El programa de Lollapalooza Berlín comenzó a llevarse el sábado a cabo a las 12:30 del medio día y aunque las horas pasaban, el público parecía no dejarse aturdir mientras disfrutaban en grupo acostados en el piso del increíble clima que Berlín se había reservado para esas fechas. Gran contraste de atmósfera playera esparcida en las instalaciones del aeropuerto abandonado en medio de la capital.

Acróbatas, disfraces, arte y un poco de actuación por personajes ficticios conduciendo transportes surreales, robaron la atención del público antes de querer acudir a cualquiera de los escenarios. La velocidad de los pasos era limitada casi en estado meditativo y de contemplación. La ubicación personal ocupó por un momento un papel más importante que la presentación de las bandas en sí.

Después de apreciar a los Mighty Oaks y James Bay con estilo relajante y vacacional, fue al llegar Hot Chip a escena cuando el público ya había cargado suficiente energía para dejarse llevar por el contagioso ritmo de la banda inglesa. Al comenzar  FFS (Franz Ferdinand & Sparks), ya habían alcanzado las instalaciones del aeropuerto Tempelhof la cantidad masiva suficiente para sentir el furor del gran evento.

Con furor expresado a su máxima potencia hago referencia a la banda que gracias a su presencia se olvidaron, las horas perdidas en las filas, la pesada jornada laboral de la semana, las presiones, depresiones y hasta algún tipo de dolor corporal existente. Deichkind … ya se escuchaban los rumores de su gran espectáculo. Y el rumor superó toda idea que se pueda imaginar.

Entre cascos de forma piramidal, coreografías planificadas para cada tema, cabe mencionar la escenografía con elementos visuales que aumentaban la intensidad del espectáculo. Con cada tema variaba también su aparición: ya sea detrás de torres iluminadas, colgando del escenario o dentro de un barril que recorrió gran parte del área menos esperada dentro del público.

The Libertines, Fatboy Slim y Macklemore & Ryan Lewis, no compartieron el mismo escenario pero sí el mismo horario. Era necesario dividirse los minutos para poderlas apreciarlas a cada una. Si era posible se corría de un escenario a otro… aunque tal vez… aún existía la esperanza de que apareciera de nuevo Deichkind, detrás de la barra, formados en las filas o rapeando con Ryan Lewis.

Día 2

Por arte de magia el acceso funcionó de una manera inexplicablemente veloz. A pesar de haber llegado con anticipación, en menos de 10 minutos se posibilitaba la entrada. Las filas desaparecieron y el miedo de visitar los baños públicos también. Parece que la crítica de los medios llevaron como resultado a una reacción inmediata dando resultados positivos.

La audiencia aceleró el paso, como si ya se conociese el terreno, ya se sentía la atmósfera de hogar, de ya habernos visto todos antes y haber pasado por el mismo éxtasis.

Con Band New a las 14.30 ya estaba el terreno lleno. Más tarde al tocar los Stereophonics, se dividió la audiencia para no perderse a Klangkarrusel. La música electrónica a la luz del sol, en las instalaciones de un aeropuerto abandonado, puede ser bastante tentadora. No se sentía el cansancio de la larga noche anterior, ni la atmósfera dominical de Tempelhof. Era una fiesta colectiva, que celebraba llena de confeti, con pistolas de agua preparados para disfrutar con intensidad lo que aún ofrecía el festival.

Belle & Sebastian ocupó uno de los escenarios principles. Stuart Murdoch, nos invadió con su gran carisma y sin olvidar mencionar sus pantalones metálicos que danzaban encantadores reflejando los rayos de sol. Gran interacción con el público subiendo a un gran número de espectadores a bailar con él. Largos monólogos sobre la chelista de la banda que no logró presentarse en el evento quedándose en el aeropuerto a un punto de llegar y buscando en el público quién pueda ocupar su lugar o sobre alguna u otra de sus visitas por Berlín para disfrutar de la vida nocturna despertando unas ganas inexplicables de llevarlo a casa y ofrecerle un té.

Y como se sabía que era el último día, las ganas de bailar aumentaban conforme avanzaba el programa. Qué mejor que bailar con una banda que toca en su ciudad nativa como Beatsteaks o Seeed, que mutuamente se llaman hermanos y a pesar de enfocarse en dos direcciones de música distinta, despiertan la misma euforia en el público.

El atardecer peculiar de tonalidades lilas y azules de esta ciudad lo acompañó Sam Smith. Paisaje ideal para disfrutar de la espectacular voz que se expandió hasta en las emociones más profundas provocando un contraste ligero con la gran fiesta que hasta ese momento se había disfrutado.
Y ya llegada la noche y bajo el máximo esplendor de la luna, apareció la banda que (incluyéndome a mi) le robó el público a Tame Impala.

Muse… con la aparición casi esplendorosa de Matthew Bellamy y su celestial voz que hipnotizó al público estricto berlinés. Un silencio misterioso entre la audiencia se concentraba en percibir la perfección de cada uno de los tonos provocados por cada uno de los integrantes de la banda. Impecable presentación llena de profesionalidad y un emotivo desenlace del evento.

Cabe mencionar un punto básico y fundamental que hace tiempo no percibía en algún evento musical o espectáculo masivo. El poco uso de las cámaras digitales, celulares o cualquier otro medio que pueda semejarse, nos transportó a un goce pleno del aquí y el ahora. A funcionar y celebrar como comunidad más que como individuos. El disfrutar plenamente del trabajo musical de cada artista y mejor aún… el bailar y brincar masivamente, conectados unos con otros de forma real no digital.

Post escrito por: Brenda Brown

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