Reseña: Surfer Blood /// Pythons

July 3, 2013

pythonsSurfer Blood
Pythons
Columbia Records
5.5

Por José Marr @JR_Marr

De Surfer Blood se habló bastante durante el año 2010: algunos rumores de internet, revuelo entre el mundo de los blogs y prensa, y de un día a otro consiguieron la firma con Fat Possum y el contrato para poder financiar su álbum debut Astro Coast. Aquél, fue el tipo de disco que se subía a la tendencia de la moda, guitarras soleadas escapadas de la costa de Florida: voz agradable y algunos juegos de influencias Afro-Pop que solo logran los que serán capaces de graduase en la escena, con todo y energizado por a la vez un estruendo del tipo Nirvana que también se les adjudicó. Surfer Blood fue una grata sorpresa y dos años más tarde su regreso realizado con Pythons reutiliza y mantiene el estilo, tonalidad y color que les causo la fama, pero el factor sorpresa se ha ido, el libertinaje, su hambre de llegar a sus puntos más altos es algo que Pythons ni siquiera intenta consecuencia de su remodelación con la intención de agradar a un mayor número de público.

Ahora alojados en la casa máxima de Sony, Columbia Records, Surfer Blood fue puesto en manos de Gil Norton conocido por haber sido productor de Pixies y Foo Fighters, el trabajo unido entre productor y banda es lógico, para el grupo lograr un sonido parecido a lo que Norton está acostumbrado a moldear, era una parada obligada en su carrera. Y todo se oye bien, el temor y estrés se ha ido, el conjunto de instrumentos se aprecia más suelto y relajado, por tanto también inofensivo, y para jugar ahora en su contra, su falta de identidad sigue vigente, son ahora estás cosas las que contrarrestan lo poco que salvaba a Surfer Blood y Pythons se oye como un álbum de Power Pop sin consistencia, débil y con deficiencias. Por momentos parece ya de tramite decir que los sellos grandes arruinan bandas, pero hay casos muy contrarios, ejemplo, Foals, lograron salir ilesos de esa prueba y ahora están felizmente ganando más billetes verdes pero sin perder el amor de su público; es curioso ya que Surfer Blood ni siquiera se siente como un buen naipe jugando entre las masas. En este caso John Paul Pitts se oye completamente idiotizado para crear música basada en las reglas más simples, su voz drenada de entusiasmo artificial sin un ápice de preocupación por ofrecer más que simples palabras encima del sonido hace todo completamente desechable.

Es difícil siquiera precisar las transiciones de canciones porque prácticamente todo suena igual, lo de práctico basado en que es fácil notar las combinaciones obvias de acordes E-A-B al derecho y al revés. “Squeezing Blood” tiene de entrada un juego interesante de cuerdas en la guitarra, algo más matemático que incluso provoca la única gran subida de intensidad y el único riff fuerte de guitarra en todo el disco. Al igual que “Say Yes To Me” y “Graviti” se arrojan hacia adelante con más prisa en el tiempo y logran impregnarse con más facilidad en la memoria, pero cuando lo logran, comienza a nacer un parentesco poro eficiente con Two Door Cinema Club. El hablar de estás canciones no indica que Pythons esté completamente salvado, hay problemas por todos lados, incluso las letras que en contexto podría decirse fueron escritas post y después del arresto de Pitts por violencia contra su novia en febrero de 2013, son una mezcla de sentimientos agridulce sobre compasión, arrepentimiento y por otro lado ira y resentimiento. Pero en sí, la música es tibia, escuchar “Demon Dance” como un sencillo que sólo se siente como una versión descafeinada de Weezer no es garantía de un buen disco, apenas estos temas hacen algo para ser distinguidos. ¿Dónde quedó el vigor de Surfer Blood? Lo perdieron en la mudanza.

Post escrito por: Jose Marr

Leave a Reply

Your email address will not be published.

Post Relacionados