Reseña: Deerhunter /// Why Hasn’t Everything Already Disappeared?

January 30, 2019

Deerhunter
Why Hasn’t Everything Already Disappeared?
4AD
8.6

Deerhunter y la ciencia ficción sobre el presente

Por Andrés Quiroz

Hace exactamente 10 años, se publicaba uno de los últimos textos del filosofo y postestructuralista francés, Jean Baudrillard. Why Hasn’t Everything Already Disappeared?, es una especie de meditación de Baudrillard, sobre el arte de la desaparición que ha inventado la especie humana, y como al conectar nuestra realidad a lo virtual, técnico y científico, hemos creado nuestra propia desaparición. Juntar eso suena como un destino terrible, una especie que ha desaparecido. Pero en realidad, señala Baudrillard, la desaparición es algo con lo que fantaseamos, es algo que está dentro de nuestros huesos.

10 años después, Deerhunter anuncia su octavo LP. Bajo el mismo nombre que el texto de Baudrillard, este álbum también podría funcionar como una especie de meditación Pop, sobre la decadencia nacional en Estados Unidos (y el mundo en general), con algunas visiones fatalistas del futuro empapadas en nostalgia.

Grabado en la desolada y olvidada ciudad de Marfa, Texas, y acompañados en la producción de Cate Le Bon y Tim Presley, Deerhunter explora territorios con los que antes solo había tenido breves acercamientos, y pequeños guiños. Es cierto que Cox y compañía se encuentra ahora en su etapa más Pop; pero al pasar los minutos, uno se va dando cuenta que esa nostalgia de los primeros discos, sigue ahí; particularmente en las letras implacablemente sombrías de Bradford Cox.



Why Hasn’t Everything Already Disappeared? es una especie de secuela espiritual de Fading Frontier, su anterior trabajo. En Dissapeared… se apoderan de la alegre técnica melódica de su predecesor, para saltar sin previo aviso de un lugar a otro, tomándonos por sorpresa en todo momento. Desde un elegante y psych clavecín, helados sintetizadores que nos recuerdan a Tubeway Army, pasando por baladas Alt/Rock elegíacas, hasta tomas Lo-Fi, que parecen sacadas de la música ambiental japonesa en los años 80s.

El disco abre con la cautivadora “Death in Midsummer”; la cual nos da la sensación de ser un pequeño tributo al recién fallecido, ex miembro, Josh Fauver, apenas en noviembre pasado. Con un clavecín que atrae la atención desde el primer segundo, envuelto en baterías que parecen estar grabadas dentro de un refrigerador, y a la distancia la voz de Cox cantando sobre la voluntad de Dios y los amigos que ya se han ido, la canción se convierte en una emotiva carta a su compañero. “What Happens to People” y su letra implacablemente sombría, encima de un riff de piano encantador, podrían describir perfectamente el sentir del disco entero. Durante los cuatro minutos de la canción, Cox se pregunta, que es lo que le esta pasando a la gente hoy en día, por que dejaron de aferrarse y por que los sueños de la mayoría se vuelven oscuros, y en algún punto de la escucha, hace que nosotros también no lo empecemos a preguntar.

Element” y “Futurism” son una especie de felicidad que rara vez habíamos escuchado en su música. Algo a lo que no estamos tan acostumbrados en Cox, pero que ahora sabemos que también lo hace excelente. Pero uno de los mejores momentos del álbum, viene por cortesía del fantasma de James Dean, que atormenta las llanuras de Marfa en “Plains”, al más puro estilo energético de “How Will I Know” de Whitney Houston. Al final, el álbum cierra de magnífica manera con “Nocturne”. Los huecos en la voz de Cox, sacuden la oreja, mientras que un riff que parece haber sido sacado de una caja de música antigua, se reproduce sin interrupciones, llenando esos vacíos y transformándolos en una atmósfera que empieza a tambalearse y a fundirse con el oído.

“Un álbum de ciencia ficción sobre el presente”, que también parece regalarnos uno que otro aviso sobre el futuro y algunas cuantas reflexiones que bien podríamos no ignorar.

Post escrito por: Andres Quiroz

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