Please keep me in mind:
35 años de Meat Is Murder de The Smiths
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
En los últimos años, Morrissey parece empeñado en destruir su imagen y, hasta cierto punto, el legado de The Smiths. Si una reunión de la banda siempre ha parecido imposible, hace poco Johnny Marr dijo que, dadas las actitudes de su ex compañero, el que se volvieran a juntar era algo que simplemente no iba a suceder. Desde sus desafortunados comentarios a raíz del ataque terrorista al estadio de Manchester durante el concierto de Ariana Grande, hasta sus opiniones sobre el alcalde de Londres, pasando por los desplantes en sus giras en las que deja a los fans en vilo sin saber si va a cancelar de último momento o no. El que fuera uno de los líderes más carismáticos, con una de las voces más potentes de su generación, se ha convertido en una pálida sombra y el remate de cualquier broma sobre boomers en la industria musical. Y es triste cuando uno voltea a ver lo que grabó con los Smiths. Cuatro álbumes casi perfectos, uno después de otro, cuatro declaraciones de principios, cada una más descarnada que la anterior.
En su autobiografía, Morrissey escribe que el primer álbum de The Smiths no debió existir. Al menos no de la forma en la que salió al público. En su opinión, el álbum homónimo no reflejaba la creatividad ni la fuerza que podían llegar a tener cuando hacían música. Para él, y para Johnny Marr, el verdadero esfuerzo que se debía tomar en cuenta como el debut de la banda era Hatful Of Hollow, una colección de sencillos y grabaciones en la BBC lanzado unos meses después. Ahí, en esas 18 canciones está el secreto de los Smiths, lo que los hacía únicos y sobresalientes. Subidos en la ola provocada por ese álbum, entraron al estudio y a principios de 1985 lanzaron Meat Is Murder, el statement más fuerte que habrían hecho hasta ese momento.
Desde “The Headmaster Ritual” hasta la canción que le da título, nueve temas desesperados, estridentes, chocantes. Como debe ser el buen Punk, que aquí queda demostrado que no necesariamente tenía que ser guitarrazos y destrucción. Lo que importa es la manera en la que entregas el mensaje. Y eso fue lo que entendieron Morrissey, Marr, Rourke y Joyce. Mucho Rockabilly (“Rusholme Ruffians”, “I Want The One I Can’t Have”), mucho Funk (“What She Said”), mucho anti autoritarismo (“Nowhere Fast”, “Barbarism Begins At Home”). Eso es Meat Is Murder. El gran acierto de la banda es no caer en sermonear a quien lo escucha, sólo en cuestionarlo. Esa es la gran diferencia entre el Morrissey de hoy y el de hace 35 años. No es lo mismo escuchar “Meat Is Murder” (la canción) y saber que estás frente a un buen y perturbador tema, a que el cantante te recete videos de mataderos durante los siete minutos que dura cuando la toca en vivo en estos tiempos y que al final te regañe.
Meat Is Murder fue el álbum que le significó a la banda su explosión mediática y que los elevó al nivel de héroes nacionales que disfrutaron los siguientes tres años. Este fue el inicio del legado de The Smiths, aunque su frontman se haya dedicado a dinamitarlo.
