JPEGMAFIA
Foto Eduardo Lara @lalolarete
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Billy Woods + Armand Hammer
Foto Eduardo Lara @lalolarete
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Pitchfork Music Festival CDMX:
Día 1 con Armand Hammer + Billy Woods + JPEGMAFIA
Por Luis Arce @lsfarce
Cuando hablamos de Billy Woods hablamos de quien probablemente ha escrito y dirigido el mejor álbum del año pasado; si el tema nos lleva a su proyecto Armand Hammer, junto a Elucid, tenemos una discografía tan consistente que sorprende que este proyecto sea un B-side del mismo artista; si a esta fórmula le añadimos la potencia de uno de los artistas más reverenciados de años recientes, JPEGMAFIA, tenemos un concierto cuyo relato rayará, más tarde que temprano, en lo mítico. El marco fue el Frontón Bucareli, donde el sello de Pitchfork, como un esfuerzo editorial –hoy día, posiblemente, herido de muerte–, cuyas búsquedas, selecciones y curadurías poseen una calidad tan certera que pueden garantizar un concierto como éste, el cual pareciera siempre lejano, suceda finalmente dentro de los límites de nuestra ciudad. Larga vida a los que creen que puede hacerse algo diferente.
Foto Eduardo Lara @lalolarete
Pero hablemos del evento: furia colectiva, a medio camino entre el desconcierto y el ánimo explosivo. Cuando Hammer toma el escenario gana el desconcierto, pero también gana el reconocimiento y la apertura de un público que viene dispuesto a escuchar esas rimas con atención y firmeza. No son, desde luego, del todo inteligibles –el sonido y el aliento siempre hacen de las suyas–, pero sí puede distinguirse una comunicación que solo es posible para los mejores músicos: cada uno eleva lo que otro ha puesto en su punto más alto, de ahí rematan y aplastan a una audiencia del todo convencida de la importancia que este tipo de actos ya tiene, con justicia, en nuestra ciudad. Las piezas de Billy Woods son un poco menos cerradas, y en muchos aspectos más elegantes, más pensadas, si las piezas de Hammer tienen la fuerza de Vordul Mega, las composiciones de Woods respiran con la cadencia de Vaste Aire. Ahí ocurre el que a mi parecer fue el momento más interesante de toda la noche: las rimas de Woods salpicadas de Cormac McCarthy, Joseph Conrad y James Baldwin, entre cientos otros, parecen crear un sentido y entendimiento con la audiencia que sorprende al mismo artista, quien en algún momento se encuentra desconcertado ante un recibimiento que no sólo ellos no esperaban sino que la misma prensa y comunidad musical de nuestro país encontraba cuestionable. Nada más falso: los latinos también hemos nacida de una herida y hemos sido, también, desde luego, aplastados por una bota sucia hecha de nuestras manos.
Por eso quiero hablar de Peggy, JPEGMAFIA, el acto de salida, retomando la palabra que lanzamos antes: furia. Una energía tan poderosa y explosiva que entra en estas personas con la violencia de un arma láser que perfora a un enemigo en los confines de un videojuego. Los álbumes de Peggy son tan impresionantes como los de Woods, ambos han construido carrera tan sólidas y consistentes que casi parece un milagro que aparezcan juntos en un lugar de la colonia Juárez, y para los asistentes lo es. Con Peggy, las referencias vienen más de la cultura popular –principalemente videojuegos–, tiene una dinámica más digital y expresividad más impetuosa. No falla en ningún momento, ya sea con “BALD!”, “Garbage Pale Kids” o el cover que hizo a “Call Me Maybe” de Carly Rae Japsen, Peggy contiene en sí la energía de una multitud dispuesta a explotar contra todo lo que sea injusto, estúpido e innecesario. Lo rebasa su poder, así que lo lanza sobre otros. La coordinación que existe en su lírica, sus composiciones y desde luego la iluminación y visuales del show, toca por momentos la perfección. No considero que sea el mejor momento de la noche, pero sin duda es el más arrollador y el que claramente muchos de los asistentes venían a disfrutar. Bien. Ahí es donde debe estar, en la explosividad de los colectivo, en la emoción de lo impecable, en los rostros de un público que pensó esto como un imposible y ahora deja salir esa emoción como si ésta pudiese hacerle frente al mundo. Y sí, sí puede.
