Por Diego Álvarex Rex
Si la última y única vez que Tom Jones se presentó en nuestra ciudad se sintió como un milagro, el hecho que regresara y además agotara localidades en un fin de semana atiborrado de conciertos a diestra y siniestra fue como si de verdad el cantante galés se hubiera propuesto demostrar que aquí y en cualquier lado él es punto y aparte.
Para esta ocasión, Tom Jones trajo su gira Ages & Stages en la que de nueva cuenta visitó algunas ciudades de América Latina con un formato de banda reducido pero para nada menos contundente. Para esta serie de presentaciones ya no contó con sección de metales sino con una minuciosa reinterpretación a varios de sus clásicos con un sonido más orientado al R&B y el Blues Rock que le dio aún mayor protagonismo a su rango vocal. Sir Tom Jones ya no baila y no se mueve como hace varios ayeres, inclusive hay puntos del concierto donde canta sentado, y a sabiendas de eso es cuando su voz agarra aún más fuerza y recuerda a todos los presentes por qué es alguien inigualable.
A pesar de siempre encontrar la manera de mantenerse vigente con duetos con personajes como Stereophonics, Ed Sheeran, Jessie J y hasta ser juez en The Voice, la realidad es que la gran mayoría de los presentes pertenecía al sector de la tercera edad, contrario a gente como Paul McCartney o Robert Plant cuya música es multigeneracional sin importar el tiempo, pero como la edad no es impedimento para un gran concierto, la comunión entre cantante y audiencia fue perfecta. Desde las versiones “rockeras” de “What’s New Pussycat?” y “Green Grass of Home” hasta las versiones “campiranas” de “Delilah” y “Sexbomb”, el público gritó, aplaudió y bailó (sentado) con la euforia que merecía el suceso.
El último disco del cantante, Surrounded by Time, es un álbum de reversiones que le valió un No. 1 en las listas británicas hace apenas un par de años y que representó una gran parte del repertorio de la noche. Temas de Bob Dylan, Cat Stevens, Bobby Cole y Terry Callier, se integraron elocuentemente a canciones de Leonard Cohen, Prince y Randy Newman que el cantante venía interpretando desde hace tiempo. Sólo por escuchar su voz cantando lo que sea, contando historias de tiempos en los que convivió con gente como Dusty Springfield, Elvis Presley o Chuck Berry, valen cada centavo de la entrada. ¿Es importante que todos los amantes de la música lo vean al menos una vez? Si, ¿A sus 83 años aún es una figura que valga la pena ver? Totalmente.
El concierto que duró casi dos horas cerró con una rendición al súper clásico de Chuck Berry “Johnny B. Goode”, donde todo el Teatro Metropolitan se paró a bailar a sabiendas que era “la última y nos vamos” dejando todo en ese instante. ¿Volveríamos a ver a Tom Jones una vez más? Sin duda alguna, porque parece que el cantante aún tiene mucho que dar.