Natalia Lafourcade @ Teatro Metropolitan: Larga vida a la canción

May 4, 2025

natalia lafourcade cancionera metropolitan

Cortesía Liliana Estrada (OCESA)

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Cortesía Liliana Estrada (OCESA)

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Cortesía Liliana Estrada (OCESA)

natalia lafourcade cancionera metropolitan

Cortesía Liliana Estrada (OCESA)

Natalia Lafourcade @ Teatro Metropolitan:
Larga vida a la canción

Por Ángel Rentería

La noche del 2 de mayo, Natalia Lafourcade hizo su parada por la Ciudad de México, en el Teatro Metropolitan, para promocionar su último disco Cancionera. Un disco que desde la portada te llama la atención: ella en un foto difuminada en un fondo rojo mientras sostiene una guitarra y hay un micrófono frente a ella. La foto, tal vez algo no muy complicada, te llama la atención porque hay cierto sentimiento de familiaridad y calidez en los tonos. Las canciones, siendo solo ella, su guitarra, un par de invitados como El David Aguilar, y a veces algunas percusiones, se pueden sentir también algo sencillas (algo que es medio tonto decir porque sabemos que toda la maestría que tiene Natalia en su tocar, cantar y escribir). Pero a la par esa sencillez tal vez sea el objetivo final del disco. Quitando cualquier distracción de encima, Natalia te hace enfocarte simplemente en LA CANCIÓN. La canción como objetivo, pero también como sujeto. Y como núcleo que ata y une a nuestra realidad en sí: una pieza de arte que sale al mundo, vuela en su propia dirección propia y ajena al a su creador, a ella, y llega a, con suerte, a millones, pero a veces solamente con que llegue a una persona es suficiente; y así con letras ambiguas, metáforas y una melodía, le da sentido a la vida del escucha con conexiones imaginarias que solo viven en la cabeza, y cotidianidad, del escucha. ¿Cómo traspasar esto a un show en vivo?



Dividiendo su concierto en lo que parecen ser tres capítulos, y un epílogo u outro, Natalia sale con un fondo rojo intenso, con algunas pistas de sonido, su guitarra, y un vestido que recuerdan a los Boleros y Jazz de clubes nocturnos de hace décadas. Cerrando con un tono seductor, el escenario se vuelve oscuro y en un parpadeo Natalia cambió de atuendo por un traje desaliñado, y el escenario de repente se convierte en algo así como un departamento desordenado, y pequeño, de la Ciudad de México (o así lo percibió mi chilangocentrista cerebro, pero sin duda podría ser de cualquier lugar). Comienza el capítulo dos de Cancionera.

En ese nuevo escenario de Cancionera, de repente la grabación de voz que nos daba la bienvenida cobra sentido cuando dice que estábamos más bien en una obra de teatro que celebraba a la canción. Con un acento chilango algo acentuado, fingiendo una ebriedad, Natalia nos invita a ese pequeño espacio a cantar con ella. Con poquito más de 3 mil personas, sold out en el Metropolitan, se siente como si estuvieras visitando a una vieja amiga que le han pasado los años encima, pero que su actitud sigue por el cielo junto con su amor. No estás con Natalia Lafourcade, la artista mexicana con más premios Grammy de la historia, estás con Nat. Dando tragos a una botella de mezcal, vuelve a agarrar su guitarra y de repente comprendes que ese primer acto fue algo así como una celebración máxima a la canción de cabaret, y ahora estamos en la parte en la que celebramos a la canción popular mexicana. Nos recuerda que al entrar al teatro se nos dio un programa de mano: “ahí está la letra, leanla porque ya se me olvidó la letra, prendan su celular para que vean”. Y así todo el teatro se convirtió en una sola voz para cantar “El Palomo y la Negra”. Por ratos Nat hacía complicado cantar para que nos viéramos con confusión entre nosotros. Paraba la música y nos daba una señal de entrada, nos recordaba la letra para que encontráramos la estrofa en programa de mano, y eventualmente los dos, nosotros y Nat, terminamos cantando al unísono: entre nosotros construimos la canción. Pasando aquí por la mayoría de canciones de su disco Cancionera, como “Cocos en la Playa” donde un grito interrumpió la tranquilidad de la guitarra acústica, a lo que Nat sorprendida detuvo la canción diciendo “¿ven? Ahí están las gaviotas”; y así la fan emocionada se hizo parte de la canción. También tocaría “Nunca es suficiente”, la cual después Los Ángeles Azules la llevarían a cada fiesta en México, reafirmando la celebración a la canción popular.

Luego todo volvería a la oscuridad y Natalia Lafourcade regresó, con una vestimenta totalmente negra, y ahora con una pequeña mesita que parecía más bien un pequeño bar muy cosmopolita, ya estábamos de nuevo con la compositora celebrada mundialmente con decenas de premios bajo su brazo. Aquí Natalia Lafourcade aprovechó para tocar sus ya clásicos favoritos del público como “Amarte Duele”, o “En El 2000”. Recordando con sus palabras como estas fueran las canciones que la llevaron a la esfera de lo popular en México, pero más que auto celebrarse a ella misma, más bien celebraba las canciones, y la acción de haberlas escrito en algún momento. Este fue el fragmento de Natalia Lafourcade como compositora celebrada y moderna.

De vuelta a un oscuro total, Natalia salió de nuevo con solo un reflector blanco alumbrándola. Con una pista de fondo de una versión más Soul y Country, incluso Blues, de su canción “Vine Solita” donde sus inspiraciones Americanas (Country y géneros del sur de USA) cobraron vida.

Comenzando cantando en el suelo, poco a poco fue poniéndose de pie, miembros de su equipo salían al escenario a darle su monitor, un micrófono, y su guitarra. Para ella después, frente a todos, vestirse con un vestido blanco y comenzar este outro. Hablando ahora sí como Natalia Lafourcade de hoy día, tocando temas como crecer, sus 40 años de edad, y de las preocupaciones en la vida, Natalia Lafourcade nos explicó con canciones como “Lo Que Construimos” o “Hasta La Raíz” que sin la música, ella no es nada. No existe. No es. La canción es quien le da voz, su voz política (“Un Derecho de Nacimiento”), le da su lenguaje de amor (“Hasta La Raíz” dedicada a su mamá). Y cerrando su concierto, lejos de su micrófono y aún así llenando todo el teatro con su voz, con “Mascaritas de Cristal”.

Después de ver a la música más bien como un tejido de acciones políticas y empresariales donde el dinero manda, ver a Natalia Lafourcade en este formato de Cancionera te invita a su propia celebración a la canción, celebración al amor por la música, trae de regreso fe sobre el poder transformativo de este sujeto y objeto llamado LA CANCIÓN.

Natalia Lafourcade volverá a CDMX para presentarse en su formato Cancionera en el Auditorio Nacional, y tenemos muchas ganas de ver como hace esta fiesta con mucha más gente que, en realidad, termina convirtiéndose en una sola.

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Post escrito por: Blogger invitado

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