Foto Sadi @sadisky
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Por Sadi @sadisky
Tras el lanzamiento de su más reciente material conjunto, Daniela Spalla y Esteman llegaron al Palacio de los Deportes con uno de los shows más importantes de sus carreras. Su concepto fue el dejar atrás tu ciudad o país natal para encontrarte en otro lugar con alguien que se convierte en un cómplice creativo y amigo.
Nos dieron una velada cargada de emociones y complicidad artística. La noche comenzó con una cálida bienvenida al público, un gesto lleno de cariño que hizo vibrar a sus seguidores desde los primeros acordes. Sin embargo, no todo fue perfecto.
A pesar de la entrega total del público, fallas de audio interrumpieron el ritmo del espectáculo, llegando a opacar algunos momentos clave. Hubo fragmentos donde las voces de ambos artistas se escuchaban desafinadas o poco claras, afectando la conexión emocional que intentaban transmitir. A esto se sumó un repertorio extenso que, en ciertos momentos, hizo que el concierto se sintiera monótono. Por otro lado, hubo instantes en los que la interpretación de Spalla resultó algo sobreactuada, especialmente en sus intervenciones en solitario. Aunque el show era parte de la promoción de su nuevo disco colaborativo, gran parte del setlist se inclinó hacia sus carreras individuales, haciendo que por momentos pareciera una presentación más donde simplemente se invitan mutuamente al escenario —algo que ya es habitual en sus giras por separado—. Esta decisión restó fuerza al concepto de una gira conjunta, y fue evidente que una gran parte del público estaba ahí principalmente por Esteman.
A pesar de estas irregularidades, la noche tuvo momentos profundamente emotivos y memorables. Desde el primer tema se sintió ese “apapacho al corazón” que ambos prometen: una catarsis musical que cura penas y deja vibrar emociones. Uno de los momentos más entrañables fue la “ring cam”, donde varias parejas se propusieron matrimonio, arrancando ovaciones del público. El “duelo” de baladas y bandas entre ambos artistas también fue un acierto, mostrando lo versátiles que pueden ser juntos. Los invitados especiales añadieron un valor único al show: Daniel, Me Estás Matando ofreció una colaboración elegante, mientras que la aparición de Mon Laferte desató una verdadera ovación y elevó el espectáculo a otro nivel. Otro punto alto fue cuando una enorme esfera de espejos descendió del techo, regalándonos un momento disco ochentero digno de una fiesta inolvidable. Todo esto acompañado de un poderoso setlist de 30 canciones que, aunque largo, construyó una experiencia amplia y rica en matices.
Aunque por momentos pareció que el Palacio de los Deportes les quedó un poco grande, la propuesta visual y emocional de Esteman y Daniela Spalla logró sostenerse, dejando al público con una noche entrañable y única. Asi como una experiencia que quedará grabada en la memoria de quienes vibraron, lloraron y bailaron al ritmo de dos artistas que, juntos, siguen explorando nuevas formas de contar lo que significa el amor, el desarraigo y la amistad en el escenario.
