Alexi Murdoch
Ciénega
Texto y fotos: BigIdeas (OzCorp)
Ya no debería tener tantas expectativas, sólo me frustran los conciertos. Es mucho mejor cuando uno llega sin idea de nada. Se vuelve más fácil terminar satisfecho, o contento, inclusive en una de esas, hasta extasiado. Las canciones de Alexi Murdoch en los discos suenan muy bien, tranquilas, sencillas pero no simplonas; algunas, con arreglos que te van atrapando progresivamente. Por lo tanto se entendió mi excitación al saber que podría verlo y en el Lunario además, uno de los pocos lugares de la ciudad que nunca defrauda en cuanto a cuestiones de sonido.
Pero ¡oh, cruel fortuna!, tú ya tenías otros planes para todos, especialmente para Alexi. La noche comenzó de forma agradable con los abridores: Ciénega, un grupo que ejecutó composiciones instrumentales lo que se podría llamar bonitas en el rubro de Sigur Rós, solo que sin su majestuosidad. El problema es que después de un rato se sentía cierto empalago, quizás por la falta de variedad en la musicalización. Sin embargo, hay potencial.
Y por fin, después de un breve interludio el recinto se oscureció y bajo el ritmo lúgubre de la batería, salió Alexi y su grave voz comenzó a sonar por todo el Lunario. Se estaba creando el mood ideal: le gente callada, los celulares (o al menos la mayoría guardados), ojos fijos en la persona en el escenario, la melodía invadiendo todos los espacios. Pero todo eso se fue a pique al final de la primera canción, cuando se quejó de que sus micrófonos no estaban haciendo tierra y cada que acercaba la boca, le soltaban una descarga eléctrica. Si se hubiese solucionado ahí el problema, la cosa no habría pasado a mayores y se podrían retomar las cosas donde se quedaron, pero desafortunadamente paso más de medio concierto sin que nadie solucionara la situación más allá de cubrir el micrófono con una esponja o un trapo rojo. Por lo tanto cada dos o tres canciones, Alexi volvía a mencionar que continuaba sufriendo los toques y se volvía a romper nuevamente el ambiente creado. Después de un rato así se escuchaba notablemente molesto con la situación, a tal grado de pedir un descanso de varios minutos para de verdad terminar con el malestar.
Después de unos minutos, y que los técnicos se enfocaron en arreglar el asunto, Alexi regresó y las cosas comenzaron a fluir de nuevo, pero ya era como alguna vez dijo Rommel: “Demasiado poco, demasiado tarde”. Nunca se pudo volver a recuperar esa emoción mezclada con incertidumbre del principio del concierto, sin embargo cerró muy bien, inclusive sacando su lado Neil Young en una de las últimas canciones.
Fue una pena que el concierto estuviera tan fracturado, aunque claro, no faltaron los comentarios que exclamaban que había sido toda una belleza de noche. A veces quisiera vivir en la realidad de esa clase de gente; se ve que se la pasan mejor que yo.
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