RPM: 20 años de Maxinquaye de Tricky

February 19, 2015

tricky-maxinquaye

Por: Ernesto Acosta Sandoval (@erniesandoval_)

Let me take you down the corridors of my life: 20 años de Maxinquaye de Tricky

La primera vez que escuchas Maxinquaye no sabes muy bien qué acaba de suceder. Esta última aseveración puede sonar a lugar común y se puede aplicar a muchos discos, pero en el caso del debut de Tricky no es exagerado ni tiene como finalidad ensalzarlo. Es pura honestidad, como la honestidad con la que el DJ/cantante/productor/MC aborda los doce absolutamente disímbolos temas que componen el álbum. No hay dos canciones iguales ni un “sonido Tricky” que guíe el contenido de esta obra maestra. Ahí radica su fuerza. Por eso digo que es imposible determinar qué pasó por encima de ti una vez que la aguja regresa a su posición original después de “Feed Me”.

Maxinquaye (nombrado así por la fallecida madre del perpetrador de este disco que hoy nos concierne, Maxine Quaye) es un amasijo de todo lo que Tricky traía en la cabeza: samplers, la indescriptible belleza en la voz de su entonces novia Martina Topley-Bird, ritmos gordos, guitarras distorsionadas, su propia rasposa voz. Todo está aquí en 12 canciones que, como ya he dicho, aunque no tienen nada que ver entre sí nunca se sienten deshilvanadas. La meticulosidad con la que Tricky y su equipo abordan la esquizofrenia de su creador sólo es un reflejo del temor que el autor tenía por los tiempos en los que estaba viviendo en 1995. Es como lo pone 3D de Massive Attack en el documental Live Forever sobre la historia del Brit Pop: “En 1994 tenías a estos dos bandas peleándose por ver quién era la más británica. El problema es que habíamos mucha gente que ni siquiera queríamos ser británicos”. Y sí, Maxinquaye (como Blue Lines, Protection o Dummy) nada tienen que ver con gritar a los cuatro vientos lo orgulloso que te sientes de ser súbdito de la Reina, como se pone de manifiesto en el poderoso track 4, “Black Steel”.

Tricky profundiza lo que la escena de Bristol había comenzado en 1991 y continuado en 1994. No lo expande como Portishead hizo con Dummy. A Tricky parece no importarle estirar los alcances de eso que para ese momento ya llamaban Trip Hop. No era un advenedizo, y el haber formado parte de Massive Attack le daba las suficientes herramientas para internarse en sus propios demonios. Es más, el único punto de encuentro que Maxinquaye tiene con Massive Attack es la re-escritura de “Karmacoma” que aquí se convierte en una balada sutil bautizada como “Overcome” con Topley-Bird acariciándonos con su voz y llevándonos de la mano para iniciar el descenso a la mente de Tricky. Otro ejemplo, el sampler de “Ike’s Rap II” de Isaac Hayes tan efectivo por seductor en “Glory Box” de Portishead, en Maxinquaye es explotado como el soundtrack para la voz en la cabeza de Tricky que nos adentra más y más en todo lo que trae dentro.

Maxinquaye es un álbum inagotable, es una pieza de arte que refleja los temores ante el cambio de milenio y al que hay que volver una y otra y otra vez y usarlo como referente de lo que musical y culturalmente estaba sucediendo en la música pop de la última década del siglo veinte. Es el reflejo de la mente partida en cachitos, no sólo de su autor, sino de toda una generación que usualmente se tiende a ignorar.

 

 

 

Post escrito por: Ernesto Acosta

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