Mi primera vez en el Corona Capital Guadalajara

May 23, 2023

corona capital guadalajara

Foto Óscar Villanueva @TheOzCorp

Mi primera vez en el Corona Capital Guadalajara

Por Roxana Rojas @roxanareds

El destino, las amistades, los buenos deseos y un poco de malas decisiones fue la fórmula idónea que hizo que, lo que se vislumbraba como un fin de semana cualquiera en la CDMX, terminara por convertirse en mi primer Corona Capital Guadalajara.



SÁBADO

Dejé mi casa a las 4AM con solo tres horas de sueño para trasladarme al aeropuerto y tomar el avión de las 6AM con destino a Guadalajara. El verdadero beneficio de llegar temprano al aeropuerto fue obtener un asiento en la sala de abordar #12 para poder esperar “cómodamente” la salida del vuelo, siete horas después de lo planeado, debido al retraso ocasionado por la cenizas del volcán Popocatépetl (!). Joe P se desespera más que yo: abandona la sala 12 y horas después se anuncia que su show se pospone al domingo. Buena forma de empezar el viaje.

Para las 3.30PM logré atravesar un laxo retén de seguridad para oficialmente empezar el día Corona Capital Guadalajara #1. El día estaba nublado y no había demasiada gente, un ambiente un poco raro para un festival. Me encontré con mi mejor amigo y después de rápidamente ponernos al día nos fuimos a escuchar las últimas rolas de Helado Negro. A eso le siguió un brevísimo paso por el escenario Agua Rifada para confirmar que Hermanos Gutiérrez no es lo nuestro.

Para ese momento no sería exagerado decir que la app del festival ya había mandado unas 15 notificaciones con toda clase de anuncios: “No olvides anticipar tu regreso”, “Llega temprano porque hay tráfico”, “Ya empieza X banda”, “¿Quieres hacer un upgrade de tu boleto?”

Escuchar el set completo de Sugar Ray fue una linda forma de ahora sí, sentir que estaba en un festival. Y no es que la banda me guste mucho, pero su sonido amable y los constantes chistes del vocalista nos recordaron que la música es diversión y convivencia, y fue así como lo vivieron varias familias: fue tierno ver cómo papás emocionados llevaban de la mano a sus hijos a lo que probablemente sea su primer festival de música. Me recordó a mi primer concierto: uno de Guns N’ Roses en el Palacio de los Deportes al que fui con mi papá.

“Yo quiero ver a Charlie Puth”. No era sugerencia sino una invitación a unirme o a perderme en algún otro performance. Con Charlie el Corona se volvió un concierto de chicas alborotadas que lo hicieron sonrojar, quizá hasta se haya puesto nervioso, pues varias veces se equivocó cuando tocaba el teclado. Googleo un poco y me sorprendo de saber que estudió en Berklee y que su fama es producto de la viralidad Youtubera. Momento de sentarme a descansar un rato y guardar energías.

Me percato de que llevo unas 10 horas sin comer nada. Karne Garibaldi se ganó nuestra preferencia por ser “algo local” (¡ahora que escribo esto me entero de que el restaurante ha ganado un récord Guiness por servir la comida en 13 segundos! Entonces me siento más orgullosa de la certera elección). Opto por un “lonche”, un pan relleno de la carne especial de la casa (res) con frijoles y mucho cilantro; le exprimo unos limones, añado un poco de salsa y compruebo que lo sencillo suele ser lo más delicioso.

Así, termino por quedarme sola para ver a My Morning Jacket. Hay algo de los festivales que siempre me ha fascinado: ese momento en que, te separas de tus amigos porque todos tienen otras cosas que quieren escuchar, y te quedas solo, en medio de extraños, y ese lugar repleto de gente, de repente se convierte en un espacio íntimo, donde conversas contigo mismo, pones atención a la banda, te fijas en los detalles y confirmas que toda espera, todo dinero y tiempo invertido valen la pena para asistir a un festival. Me siento un momento a descansar y al momento de ponerme de pie un extraño me ofrece la mano para ayudarme a levantarme y luego desaparece… ese es mi segundo momento más fascinante de los festivales, cuando cruzas una mirada con un extraño o brincan al mismo tiempo, o te regalan un cigarro y por un instante son tus mejores amigos y luego nunca más los vuelves a ver…

Siguen varias horas de pasar por varios escenarios, reencontrarme con viejos conocidos, conocer a los amigos de los amigos e intercambiar impresiones musicales: “¿A quién quieres ver?” “¿Neta quieres ver a Imagine Dragons?”

Sí quiero, y no es por la música sino por curiosidad: había escuchado del encanto de su vocalista Dan Reynolds, de su vida fitness, y de sus mensajes de amor y paz. Me separo del grupo para ver de lo que me he perdido… Hay algo sobre “Thunder” que me gusta, no sé qué es honestamente, pero sé que es algo importante: Dan Reynolds (en ese momento ya sin camiseta) también lo sabe, se detiene a observar al público y pregunta: “¿De quiénes de ustedes este es su primer concierto?” Hay una respuesta unánime y sonora de la audiencia, pero solo una niña de 15 años será la elegida para subir al escenario, intercambiar unas sonrisas, unas palabras y unos abrazos con Reynolds y entonar las primeras frases de “Thunder”, bien afinada y con mucha emoción:

Not a “Yes, sir”, not a follower
Fit the box, fit the mold, have a seat
In the foyer, take a number
I was lightning before the thunder

Ese intro me emociona: Imagine Dragons lo logra, se gana, no mi preferencia musical pero sí mi admiración.

corona capital guadalajara

Foto Óscar Villanueva @TheOzCorp

DOMINGO

Aquí comienza lo importante, y es que la verdadera intención de venir a este festival era ver a Idles por segunda ocasión (la primera fue en noviembre en el Corona CDMX). Mis amigos de MHR me advirtieron que tenía como cometido entrevistar a Idles (cometido que me tomé muy a la ligera y que luego padecí).



Pero antes, otra cosa importante de Guadalajara que es mi deber dar a conocer: La Casa del Waffle. Hay un lugar en esta ciudad donde alguien se ha tomado en serio lo que para muchos de nosotros es la mejor comida del día: el desayuno. La Casa del Waffle es más que eso, es la casa de la alegría: decenas de combinaciones dulces y saladas de waffles, crepas, burritos y hot cakes, refill de café y precios ultra razonables. Opto por un waffle relleno de huevo, tocino y salsa de la casa y “de postre” le robo varios bocados al waffle de Ferrero de mi amigo.

Notificación #200 (¡?) de la app: “Recuerda tomar agua, hay estaciones para rellenar tus botellas”.

Nos vamos al festival. No tengo prisa, Idles no comenzará sino hasta las 18:30, así que me relajo en el área de prensa, descubro mi nueva fascinación por las Aguas Rifadas y ayudo a tunear el stand de MHR. “Ahí están los Idles” me dicen. Volteo con incredulidad y compruebo que a unos metros de nosotros está Joe Talbot, se ve relajado. También está Mark Bowen, que esta vez trae un vestido de tehuana color anaranjado. ¿Estoy lista para entrevistarlos? Mi corazón se acelera (el de varios más también), algo ocurre en la sala, hay tensión, murmullos silenciosos, las miradas están todas centradas en los ingleses quienes van pasando por los stands: en uno les ponen sombreros de charro, en otros los hacen reír, en otro los entrevistan con seriedad. En el nuestro no se detienen, solo paran unos metros más adelante para tomarse unas fotos. La tensión se termina, nos quedamos sin entrevista y yo recupero la tranquilidad. “Estoy fanenado demasiado”, nos decimos varios.

Mi amigo y yo nos vamos para los escenarios pero antes nos detenemos a tomarnos una foto en un fondo con temática del festival que se encuentra afuera del área de prensa. En un instante un grupo de personas se acerca a interrumpirnos: son todos los miembros de Foals que van acompañados de un grupo de fans y de promotores. Nuestra presencia incomoda pero no nos importa, les tomamos algunas fotos y esperamos a que se vayan, para ahora sí, tomarnos nuestra foto.

Bright Eyes se cae en el escenario. Es la señal de que debo irme a encontrar un buen lugar en el escenario Kia. Me planto cerca del escenario del lado izquierdo, donde veo que hay suficientes chicas como para que no se arme un slam muy violento. La impaciencia crece porque ya vamos 10 minutos atrasados y los técnicos de sonido siguen ajustando el teclado. Los miembros de Idles se alcanzan a ver al fondo del lado derecho, se asoman, y la tensión del público aumenta.

No es mi intención aquí reseñar este show. Solo apuntaré algunas cosas que me llamaron mucho la atención: los minutos que se toma Talbot para recorrer el escenario antes de empezar el show: va de lado a lado micrófono en mano, la mirada aguerrida, a veces mira hacia el cielo… ¿Qué estará pensando? Mientras canta se yergue y se golpea reiteradas veces el pecho, su emoción es real, se nota, la de los demás miembros de Idles también, pero en Talbot es la más enérgica y la gente se contagia: empiezan a volar los vasos de cerveza, una chica es golpeada con uno en la cabeza, algunos ríen, otros apuntan que “al menos estaba fría”. Yo estoy brincando y manteniendo mi distancia del slam que se forma a escasos metros, entonces dejo de engañarme, tengo un crush con esta banda, así como hace mucho lo tuve con Nine Inch Nails y Pearl Jam, muchas otras. La piel se me enchina: es 2023 y afortunadamente no a todos nos gusta el Reggeatón y somos muchos los que necesitamos brincar, patear, quejarnos, golpearnos el pecho y gritar: “He hates me, I like that”.

Mi misión está cumplida pero los festivales siempre tienen sorpresas ya veces regalos, el mío esta vez fue escuchar (nuevamente) a una banda que ocupaba horas y horas de escucha en mis días preparatorianos, los Pixies. Las letras de las canciones vuelven a mí con facilidad: las coreo todas, discuto con mis amigos sobre la salida de Kim Deal, los discos nuevos que no están tan chidos y lo chafa de que vayan a cerrar con “Where Is My Mind?”, pero eso no pasa, y en cambio suena “Winterlong“. Me acuerdo de la primera vez que la escuché: fue en un cassette grabado que compré en la Lagunilla, con una portada fotocopiada sobre papel anaranjado y con los nombres de las canciones escritos a mano alzada y así Pixies se convirtió en una de mis bandas favoritas de siempre.

Fue ahí que, a pesar de pasearme después por Thundercat, se terminó el Corona para mí: en compañía de mis más queridos amigos y con la nostalgia por mi música favorita del pasado y la euforia de mi música favorita del presente. Qué suerte tengo, pensé.

Post escrito por: Blogger invitado

Post Relacionados