Por Maza @ideasdelmaza
El renovado Foro Sol, ahora Estadio GNP, lució estupendo para recibir a Los Fabulosos Cadillacs como parte de su gira El León del Ritmo con la que habían dado el enorme concierto del Zócalo. Como lo hicieran hace meses lo primero que uno puedo decir es que los bonaerenses tienen perfeccionado todo, tienen todas las tablas del mundo y es muy raro verlos en un mal día. Y ayer por la noche no fue una de esas veces; todo lo contrario. Frente a un aforo repleto y con la seguridad controlada se dieron a sus fanáticos con una energía frenética y desbocada.
Como ya se sabe Vicentico no interactúa con el público, pero con emotivos “gracias” apenas entendibles es suficiente para demostrar su alegría por la entrega del canto colectivo que no cesó. La noche comenzó con la intro potente y vidente de Flavio Cianciarulo al bajo que dio paso a “Manuel Santillán, el León”. Desde el primer verso fue coreada por todas las personas. De ahí en adelante siguieron cayendo lo éxitos que no permitieron ni un momento de distracción.
Cada una de las canciones de set fueron aplaudidas, coreadas y bailadas. Nadie en las gradas se sentaba y las sonrisas de la gente solo crecían. Enfocado sobre todo en los discos de la primer época la gira recorre gran parte de su trayectoria. Es asombroso ver como las canciones que están cerca de cumplir cuarenta años impactan en el público como si fueran la novedad más grande. “Demasiada presión” puso el ritmo del Ska a todo y ya no hubo bajada con estrepitosos momentos con “Mi novia se cayó en un pozo ciego” o “Estoy harto de verte con otros”.
El público de Los Fabulosos Cadillacs sabe controlar también los tiempos, no se desfogan en las primeras canciones. Van entrando en calor como el propio Vicentico. El primer gran relámpago ocurrió con “Calaveras y diablitos” que da paso un descenso en lo eléctrico de la música pero no en la intensidad. La parte acústica del concierto es precisa y emotiva. La capacidad de Los Fabulosos Cadillacs para conectar con la gente es maravillosa, con apenas lo mínimo, todo reunidos al frente del escenario y apoyados solo con las pantallas en blanco y negro, lanzan aguijones hasta la última butaca. “Basta de llamarme así” rozó la perfección que además dejo ver el buen sonido que tiene el inmueble.
Y para levantar los corazones después del set acústico se arrancaron con “Padre Nuestro” en la versión Cumbia Villera que abrió la carretera libre a la avalancha final. sin descaso. Las últimas cuatros antes del breve encore fueron directas al grito masivo: “Siguiendo la luna”, “Carnaval toda la vida”, “Mal bicho” y “El satánico Dr. Cadillac”; uno solo podría decir fue grandioso, vamos a casa. Pero como alguien cerca de donde estaba mencionó -Esto no se acaba hasta que tocan “Yo no me sentaría en tu mesa“-. Y así fue, y con el cántico de estadio que se continua desde el escenario hasta la salida ya sin ellos en el escenario; y que en la gente se pierde como rumor que comprueba que Los Fabulosos Cadillacs en directo son de las bandas más grandes que hay.