Por Chulo Castizo
Cinco amigos de Madrid bajo el nombre Los Punsetes, en referencia al divulgador y pensador científico Eduard Punset, deciden aunar fuerzas, reunirse y comenzar una progresión desde el amateurismo de sus comienzos en el barrio de Malasaña, hasta posicionarse como una banda a tener en cuenta por su pop sencillo, fresco y vacilón.
Herederos del sonido que practicaban Los Fresones Rebeldes, Los Nikis, Derribos Arias, también se intuye la sombra de Los Planetas.
Con este tercer disco Una montaña es una montaña, sobresalen ya unos cuidados y trabajados arreglos, de múltiples adornos con sintetizadores donde conjugan las historias de amor y relaciones personales, con las frustraciones e historias cotidianas bajo un manto de irreverencia, que se muestra como políticamente incorrecta, y esa fusión de atmósferas de ruido y letras obscenas, es la que les posiciona como apuesta segura de un vibrante concierto en vivo.
Sencillez, pero de una contundencia arrolladora en vivo y que por encima de todo sorprende el hieratismo que su cantante Ariadna, mantiene frente al público. Inexpresiva y de mirada al infinito, lo cual nos compromete y sorprende a partes iguales, pues su voz cálida y su estudiado vestuario matizan el componente punk-pop que cada uno de sus hits mantienen la sala Ocho y Medio, prácticamente llena, haciendo de este estreno y presentación de su nuevo LP una inyección de optimismo por su excelente acogida.
El resto de la banda emerge sin duda soportando el ejercicio de materializarlo en vivo, y tanto su genial batería, Chema, como las guitarras de Jorge y Manuel -aka Antonna- y el bajo de Gonzalo, lucen creando esa dinámica de atmósferas oscuras y tendencias eléctricas, que han impuesto como marca de la casa.
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