RPM: 40 años de Desire de Bob Dylan

February 25, 2016

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Time is an ocean but it ends at the shore: 40 años de Desire de Bob Dylan
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_

A principios de 1976 Bob Dylan lanzó un disco único en su discografía. Y vaya que se puede decir eso de casi cualquiera de sus discos. Pero Desire es un álbum diferente por varias razones. Para empezar, el álbum encontró a un Dylan recién divorciado, con la expiación que había significado Blood On The Tracks el año anterior, sin una banda de apoyo luego de la monstruosa gira con The Band dos años antes. Un Dylan de 34 años que había hecho mucho en muy poco tiempo y que aun así seguía despertando curiosidad con cada cosa nueva que lanzaba: el éxito cuando The Basement Tapes salió a la luz en 1975, luego de haber estado enlatado ocho años, había sido la prueba de que su fanbase era fiel y el cantante siempre podría contar con ella.

Desire era y no un regreso a sus raíces. Lo era porque líricamente Dylan volvía a los personajes oscuros y apartados de la sociedad, a los vagabundos y aventureros que lo habían hecho echarse su guitarra al hombro y emprender el largo camino a Nueva York en 1961. Pero no lo era porque, aunque con la trilogía eléctrica de 1965-66 ya había inventado el Folk Rock, el término nunca había sonado tan certero como aquí. Para Desire, Dylan estaba trabajando en equipo por primera vez en todos los frentes. Reclutó al dramaturgo Jacques Levy y juntos co-escribieron casi todas las canciones que se incluirían en el LP, cosa rara en el letrista más importante del siglo XX. La movida le inyectó vida a las canciones, incluso desde antes de que sean vistas como tales: “Hurricane”, “Joey”, “Isis”, “One More Cup Of Coffee” y “Black Diamond Bay” están impregnadas de una narrativa y una literalidad increíbles. También por primera vez tenía a ¡nueve! músicos en el estudio: pianistas, bajistas, percusionistas, violinistas y coristas. Y su voz. A diferencia de la profundísima melancolía y la infinita tristeza en Blood On The Tracks, aquí se le escucha en pleno goce. Una voz potentísima y abierta, rasposa por momentos, pero que nunca deja de ser disfrutable en ningún momento. “One More Cup Of Coffee” y “Oh, Sister” son, sin duda, dos de sus mejores interpretaciones vocales en toda su carrera.

Desire es un carnaval (como lo sería la gira que lo precedió antes y después de su lanzamiento y que está registrada en The Bootleg Series Vol. 5: The Rolling Thunder Revue de 2002), una fiesta hasta en sus momentos más reflexivos: “Sara”, el punto final de su matrimonio de diez años (y del disco) es un momento rarísimo en la carrera de un artista celoso con su intimidad y privacidad. Es como si nos estuviera enseñando un álbum fotográfico antes de cerrarlo de golpe. Y sin embargo, aquí ya no hay sufrimiento sino resignación para seguir adelante.

Desire es, quizá, el último gran álbum de Dylan hasta Oh Mercy (1989) o incluso Time Out Of Mind (1997). Es un alto en el vertiginoso camino que comenzó al poner el pie fuera de la casa paterna en Duluth, Minnesota aquel duro invierno de 1960.

Post escrito por: Staff MHR

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