Perfil /// La androginia musical de Rubio

June 18, 2017

Foto Ronald Caro y Araceli Guzmán

La androginia musical de Rubio:
“Rubio es algo así como la nada para teñir todo, es un mundo para crear”

Por Carolina Vaccia, corresponsal en Sudamérica

Desde Chile, Francisca Straube, baterista y voz de Miss Garrison, nos presenta a Rubio, su primera aventura como solista. Se trata de un proyecto marcado por la libertad creativa, que muestra un mundo interior cargado de emociones en forma de sonidos viscerales, una búsqueda espiritual y mucha sensibilidad.

Después de una interesante trayectoria como baterista y voz de Miss Garrison – y otras bandas locales relevantes como Fármacos– el nombre de Francisca Straube consiguió notoriedad y hacer ruido el año pasado partir de un primer EP homónimo, que generó sorpresa y muy buenas críticas.

El alcance de Rubio ha sido positivamente expansivo y ha logrado una particular cercanía y conexión con el público. “Cima“, “Fuego“, “Tao“, “Lucy” y “Mo” son las canciones que conforman este trabajo, en que cada una opera como un mundo en sí mismo; más allá de las llamativas sonoridades que se pueden encontrar, cada tema es casi un repertorio de estados anímicos; cada uno contenido por pasajes cambiantes y conmovedores que logran despertar sensaciones muy primarias y movilizantes.

Para comprender lo llamativo de su actual proyecto, es necesario conocer un poco de la historia de Francisca, una chica que desde los 11 años tuvo sus primeras aproximaciones al mundo de la percusión a través de pura fantasía. Una rústica e improvisada batería armada por sus padres con ollas y canastos la hicieron tempranamente darse cuenta que la música iba a ser su vida y que hacer sentir a los demás lo que ella misma sentía, iba a ser su motivación creativa.

Para Francisca la música es: “Mi terapia y mi canalización” y Rubio, una consecuencia natural de lo que pareciera ser una inagotable búsqueda de conexión espiritual a través de la misma: “Rubio es un yo honesto que abre el corazón y trasciende; busco que a la gente le llegue algo profundo y espiritual”.

Foto Álvaro Puentes

Este proyecto es consecuencia natural de una búsqueda personal; es algo así como la síntesis y la sincronización de una colección de improvisaciones, intuiciones y bocetos de canciones acuñados por años.

Si bien a lo largo de su carrea acumuló un sinfín de estas maquetas propias, la iniciativa concreta de activar un camino solista surgió más bien por azar en unas tranquilas vacaciones en el campo mientras disfrutaba del descaso junto a su amiga Paula Sepúlveda (Directora audiovisual). Se les ocurrió hacer un videoclip improvisado para uno de esos bosquejos en el que venía trabajando. Estaban en la captura de esas tomas cuando apareció de improviso un hermoso caballo blanco en medio de la pradera, lo que para Fran agregó un elemento mágico a la situación y cargó de misticismo a la idea y, de ser un momento especial en medio de unas vacaciones comunes, pasó a ser un proyecto con forma y personalidad.

El origen, es mucho más que una anécdota. Esta escena onírica instaló en la cabeza de la artista un concepto, una sonoridad y una visualidad particulares. La idea central de Rubio es la de un lienzo en blanco, andrógino, ambiguo, algo no categorizado y, como a ella le gusta definirlo “sin carga” y no “casado” con ningún estilo.

Esta suerte de “androginia” musical traducida en libertad creativa, es uno de los estandartes del proyecto. Rubio es la instancia que Fran encontró para la experimentación; es un espacio de impunidad que le permite explorar diversos caminos: “Rubio es algo así como la nada para teñir todo; es un mundo para crear”, lo que se advierte en las canciones de este primer EP. Es un trabajo lleno de texturas, cambios de ritmo, con melodías ambientales y muy introspectivas, pero también con otras más bien explosivas, en el que, además, se juega con idiomas inventados y con distintos registros vocales, los que a veces son parte de la atmósfera y, que otras, son protagónicos. En este viaje musical muy de entraña destacan, además, toques electrónicos y de hip hop, pero siempre con una clara idea de apertura, y es así como es posible sorprenderse, incluso, con algo así como un sofisticado y pegajoso Reggaeton.

Foto Gagball

Lo que prevalece en Rubio es su plasticidad y que pareciera no estar contaminado por la norma: “Lo que me gusta es que siempre van pasando cositas que me hacen seguir y también es la posibilidad de no ser tan profesional”, no en el sentido del trabajo, sino que desde la decisión de crear desde un espacio de total apertura, a dejarse sorprender con lo que vaya pasando en el camino, desde la composición, hasta los espacios donde mostrar su música: “Aquí puedo experimentar, tengo licencia para equivocarme, incluso tocar en cualquier lugar”. En este sentido, la clave es disfrutar del proceso creativo, sacarle partido a los errores y resignificarlos, así como darse el permiso para improvisar y ser poco predecible.

El show en vivo reafirma las bases del proyecto. Ver a Rubio es toda una experiencia. Más que una instancia musical, es una escena; casi una performance sensorial catártica y de emociones que salen de las entrañas, todo reforzado por potentes visuales a cargo de Andrés Terrice (Trimex), que hacen del momento algo así como una vivencia sanadora ancestral.

Para este 2017, Straube tiene proyectada una serie de 5 EPs (R – U – B – I – O), los que busca editar de forma trimestral respaldada por Jungla Music. El objetivo de este trabajo fragmentado es que cada EP se conforme como un todo en sí mismo: un concepto, una historia, una portada, distintas colaboraciones, etc. En abril lanzó el primero (R) conformado por “Indonesia” y “Luz“. Está producido por Pablo Stipicic, y cuenta con la destacada participación de Carlos Cabezas, líder de la banda local de culto Electrodomésticos.

Rubio opera como un canalizador de la intuición y los impulsos: “Es estar muy en la mía y quiero que la gente se sienta tocada”. Y definitivamente lo logra. Después de varias presentaciones realizadas desde el año pasado queda claro que el proyecto es mucho más que una chica talentosa haciendo buenas melodías; Rubio es una experiencia sensorial, un mundo mágico y conmovedor que atrapa y encandila.

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