Por C. Hadad (@HadadDosDos) /// Fotos Chino Lemus (OCESA Seitrack)
Es sano y terapéutico pasar por una etapa melancólica, el problema radica cuando llevas demasiado tiempo en ella, por lo que tienes que hacer algo para salir. Esto fue lo que hizo Adán Jodorowsky con su nuevo personaje Ada después de años de cantarle a la soledad o al desamor, por lo que hoy llega a hacer música para la alegría y los placeres de la vida. Y para la presentación oficial de ésta nueva etapa, en el DF se eligió la fecha del 30 de Mayo en El Plaza Condesa.
El argumento para un concierto de Ada es que se viva en una ilusión, olvidarse de lo que puedan pensar los otros y dejarse ir en el sentimiento positivo; dicha idea fue percibida por el público ahí presente quienes vieron, después de apagarse la iluminación, una luz azul que se dirigía directamente a los ojos apenas notando lo que sucedía en el escenario. Comenzó a sonar un sintetizador que marcaba “Welcome to My World” y como si se tratara de un mantra el recinto fue transportado a un mundo positivo en donde personajes peculiares te recibían con seriedad hasta que comenzaban las primeras notas de “Dancing to the Radio” y la atmósfera se preparaba para recibir el líder de esos individuos quien entraba corriendo al escenario y paraba en seco en una posición sensual para luego gritar al micrófono “¡Buenas noches!” y dejarse poseer por la vida que surgía a partir de la batería y así comenzar a dirigir a sus coristas convirtiéndose en uno solo al moverse en sincronía. El viaje se había realizado, no había caras tristes.
Va terminando el tema que dio la bienvenida y el emisario nos saluda “¿Cómo están? Que bueno es estar de nuevo aquí en México” y para no perder el entusiasmo adquirido se continuó de inmediato con “I Don’t Love You” y después llenar el escenario de colores con “J’aime tes genoux” en donde la sensualidad de Ada comenzaba a hacerse presente al presumir de sus atributos que enloquecían en todo momento a las asistentes; mientras que sus coristas para no quedarse atrás llegaban a posar de manera sensual acompañada de miradas penetrantes.
Sin saber que sucedía, los músicos abandonaron el escenario dejando solo a Ada mientras se colocaba su guitarra y para tranquilizarnos un poco comenta “¿Cómo están? ¿Se la están pasando bien? Aún no he empezado. Hace unos años se murió un amigo mío, era alguien a quien quería mucho [le comienza a cambiar ligeramente el tono de voz y se puede alcanzar a percibir un poco de sentimiento en sus ojos] y les voy a cantar una canción de él para ustedes” y casi de inmediato comienza a interpretar “Me siento solo” abriendo así un pequeño paréntesis de la alegría que se estaba manejando pero siendo el más fuerte de la noche al escucharse un coro estruendoso que acompañaba a Adanowsky e inclusive llegó a sorprenderlo de manera graciosa cuando no se contuvo el público al cantar “Collar de Perlas”. El paréntesis aún no terminaba pero para el siguiente tema sus músicos volvieron al escenario y comentó: “Años atrás, muchos años atrás, tenía otro amigo que tenía problemas psicológicos muy fuertes. ¡Era muy neurótico! Y para ustedes esta noche voy a interpretar una canción de mi amigo El Ídolo” al terminar de decir esto se coloca al centro del escenario y mientras sonaba el teclado Adan abrió sus brazos y miró para arriba cuando en eso hizo ademán de que algo entraba en él. Cambiando su postura, voz e inclusive el cuello alzado de su saco se podía percibir que no era Ada sino el personaje del que hablaba. Invadido por la tristeza en un momento intentó huir del escenario pero fue parado por sus coristas para que terminara la canción. Al finalizar dijo que bastaba de tristeza y regresó el concierto feliz.
Regresaron los temas alegres y los colores, e inclusive se llegó a interpretar un cover a Van Halen, “Jump”, para luego cerrar con “Would You Be Mine”. Después de esperar un momento llegó el encore con “Let’s Bring it Back” en donde se prolongó más al interpretar el tema principal de Ghostbusters para así sacudir los pies de todos en el recinto y despedirse de la mejor manera de ese lugar al que nos había invitado Ada, en donde se fue feliz y libre de preocupaciones que nos atañe todos los días.