Foto Cheryl Dunn
Once I wanted to be the greatest:
Cat Power en el Corona Capital 2019
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
Chan Marshall, también conocida como Cat Power, está cercana a cumplir el cuarto de siglo lanzando discos. Desde 1995, con Dear Sir, hasta el año pasado con Wanderer, su producción es como un paseo por los diversos géneros periféricos al Rock, aunque también abreva de éste.
Blues, Country, Soul, y hasta himnos y Góspel, se escuchan en cada uno de sus discos. Todo envuelto en su voz que suena a derrota y resignación, pero que invita a que te sumerjas con ella y te dejes acariciar por ese fracaso del que tú y ella pueden salir juntos. Su voz y su estilo es como un Tom Waits de terciopelo, con la bendición de Joni Mitchell, y el swag del Bob Dylan de finales de los sesenta.
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Su obra clave, sin duda, es The Greatest (2006). Fue su primer disco cien por ciento original, sin un solo cover. El primer álbum en el que mostró todos sus poderes como compositora, como cantante, y como una fuerza de la naturaleza. Se encerró en los estudios Ardent de Memphis y reclutó a una banda con puro peso pesado del R&B clásico para que la acompañaran. Pero, claro, eso no significa que no valga la pena escuchar todo lo que ha hecho antes o después.
Como para no encasillarse, Jukebox y Sun, sus siguientes dos álbumes son diametralmente opuestos, a The Greatest y entre ellos mismos. Uno es un disco de covers, con un tracklist que va de Liza Minelli a James Brown. El otro es un clavado a la música electrónica y al Synthpop ochentero, que surgió de un momento particularmente tortuoso en la vida de su creadora.
En el escenario, Cat Power es una presencia hipnotizante. Se vuelve dueña de la tarima, se mece al ritmo de sus canciones, mientras sostiene el micrófono, o su guitarra, y los ojos del público no pueden hacer otra cosa que no sea seguirla en cada momento.
