RPM: 20 años de Bloodflowers de The Cure

February 13, 2020

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The world is neither just nor unjust:
20 años de Bloodflowers de The Cure

Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_

La creencia general es que Seventeen Seconds, Faith, y Pornography forman una especie de trilogía informal dentro de la discografía de The Cure. Básicamente porque ahí está contenido mucho del sonido asociado a la banda: ambiental, oscuro, con letras crípticas. El basamento para el gótico, pues. Pero Robert Smith desmintió tal aseveración, que casi se tenía como dogma, a principios del 2000 con el lanzamiento del onceavo álbum de The Cure.



Smith dijo que la trilogía real la forman Pornography, Disintegration y Bloodflowers, el álbum que hoy nos ocupa, y que por lo general, en 20 años desde su lanzamiento, se tiende a ignorar. Y sí, sólo hace falta escuchar los primeros segundos de “Out Of This World”, la canción abridora, para notar que esto es un regreso a un The Cure olvidado a esas alturas. A un The Cure que Smith decidió dejar de lado para perseguir parajes menos sombríos durante la década de los noventa. En Bloodflowers, el The Cure lánguido, de canciones eternas y difíciles, el que remitía al Romanticismo inglés del siglo XIX es el que está en primer plano. Lejos está la alegría de Wish (1992), o el pastiche de Wild Mood Swings (1996). Este es un álbum complicado para los que no sean fans de la vieja escuela de la banda. Hasta parece hecho a propósito para alejar a aquellos que conocieron a la banda por “Friday I’m In Love”, o incluso los que disfrutan cualquier canción de Kiss Me Kiss Me Kiss Me. “Watching Me Fall”, apenas el track dos, es la prueba de fuego con sus once minutos de duración y sus guitarras espesas. Como si Smith estuviera diciendo: “Si sobreviven ésta, ya están del otro lado”. A tal grado el cantante llevó el statement que de Bloodflowers no se desprendieron sencillos. Sin embargo, “Maybe Someday” sonó en algunas frecuencias radiofónicas, acaso es la canción menos inaccesible.

En estas nueve canciones hay un regreso a ese The Cure desbordado en lo creativo. A esa banda que no sonaba a nada y que no le interesaba mostrar influencias de ningún tipo. Es un gran álbum por el hecho de que muestra a una banda sólida que ya encontró su sonido aun en la madurez en la que ya estaban establecidos y plantados. Es, pues, una obra maestra tardía. O si no una obra maestra, de menos un último destello de brillantez por parte de una banda que parecía ya haber quemado todos sus cartuchos.

Robert Smith, durante el ciclo promocional de Bloodflowers (que incluyó una serie de presentaciones en las que tocaban los tres álbumes completos y en orden), llegó a decir que esto sería la despedida para The Cure. Si así lo hubiera sido, habría sido un final más que digno y potente.

Post escrito por: Ernesto Acosta

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