RPM: 25 años de Invisible de La Ley

July 29, 2020

Invisible La Ley

El día cero y su continuidad:
25 años de Invisible de La Ley

Por Alejandro Ramírez @le_fraktal

Recuerdo que mi primo R. tenía un enorme estéreo (o modular, como también se les solía llamar) que tenía tornamesa, un carrusel para cinco discos compactos, doble cassetera, radio y ecualizador. Era prácticamente una torre que dominaba el espacio del mueble que también contenía su televisor y su colección de discos y casetes. Esa habitación era para mi, adolescente descubriendo el internet, las relaciones afectivas, y la vida en general, era la guarida perfecta después de clases. A la par del reproductor de música tenía una de esas computadoras Acer que vendía Telmex y que ya incluían módem para conectarte con una llamada telefónica. El pretexto para usarla: hacer la tarea, la realidad: buscar imágenes sobre basquetbol, bandas que me gustaban y chatear en ICQ.

Mientras, la música que emanaba esas enormes bocinas era dispuesta por mí, solía poner mis discos de Smashing Pumpkins, y también hurgaba en la colección de R.: Led Zeppelin, Wham!, Supertramp, Madonna, y de repente, al pasar de los discos en el carrusel, me encontraba con Invisible de La Ley.



Escuchar “Animal” era la duda, el romper con lo habitual, el desbalance de lo que escuchaba y la sorpresa, me costaban alguno segundos reconocer que no estaba escuchando alguno de mis discos, pero no hacía nada por cambiarlo, aún teniendo el control remoto a la mano. Luego el inicio de “Día Cero” era el pinchazo definitivo, nunca había vuelta atrás y el disco giraba en su totalidad. Para ese momento ya había aumentado el volumen y ponía atención a la letra impresa en el cuadernillo: “En ese camino largo que un día me vio caminar, nació esta ciega herida que borró hoy día mi ayer”. Yo era un adolescente que no entendía nada, pero con esas frases pensaba creerlo todo. Una nostalgia que aún no tenía, un intrincado mensaje que entendería tiempo después, una apreciación que hasta ese entonces no había encontrado.

Y después “El Duelo”, la fidelidad del sonido, el ritmo trepidante, una especie de arritmia cardiaca aún sin sentirla todavía, y de nuevo esos mensajes subliminales en la voz tan diferente a lo habitual. En clase de literatura apenas había aprendido qué era un soneto, una rima, una metáfora, y pareciendo que escuchando Invisible de La Ley lo comprendía mejor que en una clase de 45 minutos. El mantra, lo oblicuo, el mensaje subliminal: “Sin dolor no te haces feliz”. Era una canción tan perfecta que la incluía en un mixtape que regalé a una chica que me gustaba en aquel tiempo.

Hasta la fecha y por alguna extraña razón, “Deuxième Fois” me recuerda a “Still Got the Blues” de Gary Moore, tal vez por esa mística de la guitarra evocando ambientes pero con una sensación Dark Wave. “Hombre” me recordaba a los Red Hot Chili Peppers, obviamente todo me sonaba a algo porque estaba en una etapa de gran descubrimiento musical. Para el momento en el que sonaba “R & R” sonaba el teléfono, siempre era el vecino de la casa de abajo, pidiendo cordialmente si podía bajar el volumen a mi escándalo.

Años después, soy una persona muy diferente a aquel devorador de libros y discos que aún no tenía rumbo fijo, pero que sin saberlo, y con piezas como Invisible, comenzaría a forjar cierto dejo de apreciación musical, nunca me he declarado un experto, pero tiempo después descubres que consciente o inconscientemente las influencias se conjugan para darte cierto entendimiento al respecto del objetivo que tenía La Ley al componer el disco más importante de su carrera, sus coqueteos Electro con “Fausto”, con el Funk de “El Rey”, su marcada influencia de INXS, U2, Depeche Mode y demás bandas en aquel momento contemporáneas.

Solo tuve oportunidad de ver una vez en vivo a La Ley, y más que el show en sí, mi mejor recuerdo fue del soundcheck en el escenario principal del Festival Vive Latino 2014, Beto Cuevas agradeció nuestra presencia, aunque tal vez no debíamos estar ahí, pero estar en ese instante, ante el Foro Sol vacío, escuchando el intro de “Día Cero”, y sentir que solo la estaban tocando para mi ante la inmensidad de un estadio vacío, fue una sensación indescriptible.

Afortunadamente los caminos de la vida, y discos como Invisible, me habían llevado hasta ahí, y hasta la fecha, la música me sigue dando historias increíbles que contar y la salvación ante esa sensación de ansiedad. El camino largo que un día me vio caminar me ha llevado hasta donde quiero.

Post escrito por: Alejandro Ramírez

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