Post-Mortem /// Rodriguez (1941-2023)

August 9, 2023

sugar man sixto rodriguez

Post-Mortem:
Rodriguez

Por Ernesto Acosta Sandoval

Sixto Rodriguez nació en Detroit, Michigan, en 1941. Grabó un par de discos a principios de los setenta que, de este lado del mundo, no tuvieron mayor repercusión. Luego, desapareció del ojo público y se integró a la clase obrera, de la que provenía, en su ciudad. De vez en cuando tocaba en bares locales, mismos que frecuentaba para tomarse un trago después de sus jornadas laborales. Del otro lado del mundo, en la Sudáfrica del apartheid, y por completo sin saberlo, ese par de discos, Cold Fact y Coming From Reality, lo convirtieron en una súper estrella, en un ícono para los desvalidos, y en alguien equiparable en fama e importancia a Bob Dylan o Bruce Springsteen. Su mito se disparó al grado de crearse leyendas urbanas descabelladas, como que se había suicidado sobre el escenario. Hacia mediados de los noventa, Rodriguez supo, por su hija, que había un culto alrededor suyo, además de Sudáfrica, en Australia y Nueva Zelanda.



El documental Searching for Sugar Man de 2013 sólo avivó la llama del mito y dio a entender que Rodriguez vivía recluido desde los setenta. Pero no era del todo cierto. A finales de los noventa y principios de los dos miles, el cantante hizo varias giras por aquellos países, la mayoría muy exitosas. Claro, en Estados Unidos ni quién se enterara. Haya sido como haya sido, el documental revivió la carrera de Rodriguez en el norte global y desde hace diez años, pasó a ser más que sólo un cantante de culto. Sus discos se re-editaron, salió de gira por primera vez en su país natal y en Europa. Tarde, pero se le hizo justicia. Ayer, 8 de agosto, falleció y hoy, por fortuna, lo podemos recordar con una sonrisa en el rostro.

Su música y sus letras, claro, se emparientan con Dylan y Springsteen. Su voz recuerda al primero, por momentos. Sus canciones, sobre todo en Cold Fact, son políticamente cargadas. Las diatribas contra el poder, la injusticia y hasta la cultura psicodélica, son un resultado de su época. Su honestidad lo hace sonar demasiado crudo para su época y hasta resulta algo obvio el por qué lo ignoraron en su momento. Al Rodriguez de ese par de álbumes no le interesa mucho alcanzar las alturas poéticas de sus contemporáneos. Es directo, es fuerte, es frontal (“This Is Not A Song, It’s An Outburst: Or, The Establishment Blues”, “Hate Street Dialogue”, “Rich Folks Hoax”). Para Coming From Reality, con sólo un año de diferencia, intenta pulir un poco su oficio, pero sigue manteniéndose en la raya entre lo onírico y lo terrenal (“Silver Words?”, “Heikki’s Suburbia Bus Tour”). Los arreglos son más finos y elaborados en ese segundo álbum que en el primero, incluyendo cuerdas y una banda más profesional.

Quizá con más previsión que sus contemporáneos, Rodriguez jamás volvió a grabar. Ni siquiera en su revival. Vaya acierto. Su legado permanece encapsulado en el tiempo, pero se proyecta al presente. Ahí están esos dos álbumes. No necesitó más.

Post escrito por: Ernesto Acosta

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