Por Diego Álvarex Rex
Siempre que un artista cuyo trabajo es en un idioma completamente ajeno al inglés o al español entra en shock al saber que no solo tiene fans en México, sino tiene muchos, recordamos casos como los de Benjamin Biolay, ZAZ y recientemente Vendredi Su Mer llegan a recintos completamente llenos y ahora fue el turno de Pomme.
En el Lunario del Auditorio Nacional no cabía un alma más para el debut de esta cantautora que, aunque fuese una enorme decepción que resultara ser un concierto de guitarra y violín únicamente, todos los presentes se encargaron de crear una atmósfera de intimidad y magia que efectivamente conmovieron a Claire Pommet hasta las lágrimas.
Sin escenografía, vestuario, o su banda completa (que incluye curiosamente a Michelle Blades entre sus músicos), Pomme o “Manzana” como la bautizaron esa noche, se hizo acompañar de una chica llamada Anna en el violín y segunda guitarra para ella encargarse de los teclados, la guitarra acústica y el autoarpa durante un concierto que apenas y llegó a la hora con diez minutos. No solo todos sus discos se hicieron presentes con versiones acústicas de “Nelly”, “soleil soleil” y “On brûlera”, sino en su intento por conectar aún más con la ciudad, se tomó el tiempo de hacer una versión de su canción “pourquoi la mort te fait peur”.
Todos los presentes, principalmente mujeres que la gran mayoría parecían entender perfectamente el francés, se la pasaron gritando: “Te amo” a Pomme al grado de tener que parar el concierto una y otra vez entre temas para recibir peluches, tiaras, tomar fotos, y contar un sinfín de chistes en un español medio masticado pero muy adecuado para la personalidad despreocupada de Pomme. Sobre el escenario, Claire se tomó varios momentos para confesar que se sentía completamente enajenada y fuera de la realidad al no comprender porqué estaba teniendo una recepción tan grande, y eventualmente confesó que jamás le había dicho “te amo” a una audiencia hasta esa noche de Lunario.
Pomme se despidió con “B.”, “grandiose” y la promesa de regresar lo más pronto posible mientras se reía a carcajadas intentando salir del escenario frente a un público que no quería que esa noche acabara. Sin duda la sensación de estar escuchando al unísono esas canciones en francés, fuerte y claro, además de una ovación que genuinamente dolía en los oídos, fue algo que nadie olvidará por mucho tiempo.