Reseña: Kevin Morby /// Oh My God

April 26, 2019

Kevin Morby Oh My God

Kevin Morby
Oh My God
Dead Oceans

8.5

Oh mi Dios

Por Andrés Quiroz

Hace tres años, específicamente en agosto del 2016, se registraba un incendio forestal en California que acabó con más de 10,300 hectáreas y obligo a evacuar a un poco más de 82 mil personas. Kevin Morby, quien regresaba de la gira de apoyo para Singing Saw (2016), su tercer álbum de estudio; solo pudo pensar que quizás ya se encontraba en el infierno. Estaba alquilando la casa de un extraño; Donald Trump estaba a punto de ser confirmado como el candidato presidencial republicano; las colinas estaban en llamas y el incendio forestal arrojaba cenizas al cielo. Leía las noticias y pensaba solo en dos cosas: “Jesucristo. Oh, mi Dios.”

Con el tiempo se rompió. “No encontré un Dios y no encontré una religión, pero pensé: si muero, muero. Si algún psicópata aparece con una pistola porque nadie quiere limitar esas armas, va a suceder. No hay otro lugar al que ir, solo encontrar algún tipo de serenidad “. Y entre todo este caos, el estrés y el miedo, Kevin comenzó a trazar los contornos de lo que sería su quinto álbum de estudio; Oh My God, un registro religioso no religioso. Un disco doble lleno de búsqueda y descubrimiento, de afirmación y negación, pérdida y redención, de exploración musical y espiritual, homenaje e invención y, a menudo, de correr para detenerse en un acto de meditación extendida.



El álbum comienza de manera impecable, con un Morby arrastrándonos hacia una atmósfera que parece haber emergido de alguna iglesia metodista a las orillas del Mississipi en los 40s, evocando a artistas Góspel de la época como The Caravans o The Consolers, mientras su voz nos susurra al oído, “Oh My God”; canción que da título al álbum, y expresión que le escucharemos repetir a lo largo de las 14 canciones de este. La canción más serena del disco se transforma un poco más tarde en la estridente “OMG Rock and Roll”; una especie de fusión fantasmal entre Marc Bolan y Lou Reed, que se introduce repentinamente en el viaje para liberar algunos espíritus.

Sin embargo, aunque hay muchos momentos de afirmación espiritual aquí, también hay tal vez cantidades iguales de duda y negación, como se evidencia en “No Halo” y “Nothing Sacred / All Things Wild”. Una contradicción que nos trae otro conjunto de influencias que van más allá de lo compositivo; Bob Dylan, Leonard Cohen y Van Morrison (el equivalente musical para nuestros propósitos de los Maestros de la Sospecha, Marx, Freud y Nietzsche), tanto en términos de sus exploraciones de fe y duda, como en términos de sus respectivos timbres vocales y arreglos musicales.

Kevin Morby tiene la capacidad de emular de manera muy única a estos antepasados. Eso se siente particularmente en una canción como “Nothing Is Sacred / All Things Wild“, que parece recordar a Cohen más vívidamente de todos los espíritus musicales de Morby, a la vez que mantiene milagrosamente su propia autenticidad y originalidad. De manera similar, “Hail Mary” parece recordar el pico de Dylan y The Band, mientras que tampoco pierde su esencia, y algunos de los interludios musicales, incluida la canción posterior, “Ballad of Faye“, que recuerdan la época de máximo auge de Van Morrison, de ese pasaje púrpura de álbumes clásicos de la década de 1980.

El momento cumbre del álbum es “Piss River”; una letra sumamente visceral, que taladra en la raíz de la religión. Kevin Morby cuestionándose a través del miedo, y la culpa, la profundidad del catecismo, mientras que, a lo largo de sus casi seis minutos de duración, la instrumentación solo crece, apoyándose de todos los instrumentos posibles, incluidas las armonías vocales, para hacer de esta canción, el punto de fuga de la obra. El álbum apenas se detiene para respirar hasta que llegamos a “Savannah“, y esa pausa no dura mucho, ya que de inmediato regresa con la agitada “Congratulations”. La parte final del disco es un regreso a la vestimenta Dylanesca, con “I Want to Be Clean“, “Sing a Glad Song“, y “Oh Behold“.

Kevin Morby no solo nos ofrece homenajes a Dylan, Cohen y Morrison, sino que también parece estar emulando sus respectivas actitudes complejas y expresiones de espiritualidad, a través de alegres coros Góspel, órganos retumbantes, y percusiones hipnóticas. Morby parece ser muy consciente de la tradición en la que está trabajando, y esto hace que no se convierta solo en un mero vendedor de influencias y nostalgias, sino que logra establecer todo tipo de conexiones con múltiples precedentes culturales.

A su manera, este es un logro genuinamente milagroso, en el sentido de que puede permanecer solo sin ninguno de los contextos anteriores, pero cuando está vinculado a su sentido de historicidad cultural, adquiere una vida exponencialmente mayor en escala.

Post escrito por: Andres Quiroz

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