Tortoise @ Voilá Acoustique

Tortoise

Movus

Texto y fotos: BigIdeas (OzCorp)

¿En dónde se coloca lo inclasificable? ¿Cómo definir algo que abarca tanto pero a la vez nada? Las personas que asistieron al Voilá esa noche de miércoles saben que vieron algo, pero no saben con precisión que; sólo que cinco personas salieron al escenario, tocaron durante más de hora y media y les volaron el cerebro a todos.

Ahora la pregunta es: ¿Cómo se clasifica un cerebro fundido a causa de una sobrecarga de lo incierto? Y el problema es justamente eso, como no se sabe que fue lo que lo golpeó, no hay una forma visible por dónde empezar. Entre los síntomas se encuentra un estado de anonadamiento y poca movilidad, ojos estáticos pero brillosos y una amplia sonrisa que no se extiende más porque sobrepasaría a las orejas. Una mezcla de elementos de krautrock, minimalismo, dub, y mucha de la improvisación del jazz asaltan al cerebro en múltiples frentes y no queda de otra más que sacar bandera blanca y rendirse al flujo de lo que te está rodeando.

Hay que apagar los sentidos que son innecesarios. Los miembros de la banda se alternen los instrumentos, como si estuviesen jugando sillas musicales. Esto se termina volviendo normal. Es impresionante como esas 5 personas logran sincronizarse tan perfectamente, cual engranes de reloj suizo, para crear una espontaneidad donde todo ésta fríamente calculado (a excepción de la casi caída del Moog, creo que nadie anticipaba, menos deseaba un percance de esa índole). Para enfatizar esto, solo basta recordar el encoré, una explosión de batería donde parecía que John se iba a colapsar debido a un paro cardiaco antes de que los demás integrantes se unieran para aligerar su carga.

Tortoise lleva alrededor de unos 20 años desconcertando personas, haciendo palpable la indefinición a lo largo de 6 discos así como múltiples colaboraciones y demás proyectos aparte de sus integrantes. Son muchos años de estar en un limbo. Territorios sin nombre, donde las fronteras están en constante disputa.

Creo que su mayor acierto fue, que a final de cuentas crearon su propio entorno. Un lugar preciso, complejo, bonito, donde las personas se forman para que les sigan destruyendo el cerebro.