RPM: 50 años de McCartney

April 9, 2015

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That Would Be Something:
45 años de McCartney

Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_

¿Y después de inventar el sonido de la música Pop moderna, qué? ¿Y después de los gritos de millones de adolescentes frenéticos por todo el mundo? ¿Y después de ocho años a toda velocidad? ¿Y después de álbum tras álbum, cada uno más perfecto que el anterior? ¿Qué sigue? ¿Qué sigue cuando eres la mitad de la mancuerna compositora más efectiva que el mundo haya visto? ¿Qué espera de ti el mundo? Mucho se ha dicho sobre cómo McCartney es el álbum responsable de la desintegración más escandalosa, desastrosa y ruidosa de la que se tenga memoria. Que fue la chispa que encendió el fuego entre dos almas gemelas y que no se apagaría hasta años después, justo a tiempo para no dejar rencores sin resolver. Paul McCartney, como lo repetiría en 1980 cuando su otra banda se desintegraba frente a sus ojos sin que pudiera hacer nada, se encerró en su granja de Escocia durante meses a meditar todo lo que estaba mal en su vida, a ponerse ebrio y a tocar melodías interminables en su guitarra. Luego regresaría a Londres y se escondería en el estudio 2 de Abbey Road a darle forma a lo que traía en la cabeza, a manera de refugiarse de la locura exterior, mientras sus compañeros, completamente inadvertidos, estaban al lado poniéndole los clavos finales al ataúd de La Banda Más Grande del Mundo.



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Al resultado de esas sesiones no se le puede pedir mucho. McCartney es explícitamente un hombre que está en medio de algo que no entendió nunca pero que jamás tuvo tiempo de reflexionar al respecto. Tampoco es que en el álbum, Paul se meta mucho en honduras, pero al menos está intentando divertirse sin la presión de hacer El Siguiente Gran Disco que el mundo espera. A Lennon le funcionó la terapia primal y lo canalizó en su disco debut. Paul siempre fue más discreto. McCartney tiene rasgos autistas incluso (“Momma Miss America”, “Kreen-Akrore”), es juguetón (“Junk”, “The Lovely Linda”, “Teddy Boy”), pero el único momento en el que decide ponerse serio es al entregar una de las canciones más brutales que cualquier ex miembro de la banda haya lanzado: “Maybe I’m Amazed”.

Quizá no sea de lo más maduro, pero para madurez ya hubo tiempo, ya hubo ese salto en ser una inocua boy band y convertirse en los dictadores de Lo Que Se Debía Hacer. McCartney ni siquiera adelanta lo que su autor va a poder lograr en los siguientes diez años. McCartney es una bocanada de aire fresco sin ninguna otra pretensión más que, justo eso, respirar.

Post escrito por: Ernesto Acosta

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