RPM: The Bends de Radiohead

Where do we go from here?:
25 años de The Bends de Radiohead

Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_

El fatídico segundo álbum. La prueba de que tienes lo que se necesita o ya vas de salida. Más cuando tu primer álbum fue un trancazo comercial, aunque no de crítica. El problema es que el trancazo fue incidental y como banda nunca estuvieron muy cómodos con la posición en la que los pusieron: “La prueba de que en Gran Bretaña también se puede hacer Grunge”. No suena, en realidad, como un halago. Lo mejor que la banda de Oxford pudo hacer fue encerrarse un año para demostrar todo lo contrario. Encontrar una voz que ni ellos sabían que tenían. Y vaya año que escogieron: 1994, el momento en el que hordas de adolescentes gritaban a los cuatro vientos que amaban ser británicos y repudiaban todo lo que venía de Estados Unidos. ¿Cómo encontrar el punto medio? ¿Cómo hacer entender que ellos no estaban ni de un lado ni del otro? Ahí está el reto de lograr una obra tan monumental como The Bends, que no caía ni en el Brit Pop de Blur u Oasis, ni en el Trip-Hop de Portishead o Massive Attack, ni en lo que quedaba del Grunge, mucho menos sonaba al disco anterior de la banda.

The Bends, en marzo de 1995, no sonaba a nada y, sin embargo, sonaba cálidamente familiar. Sonaba a un disco hecho por cinco seres enamorados cada uno de su instrumento y de su condición humana. Sonaba a cinco humanos perfectamente confundidos por todo lo que estaba sucediendo a su alrededor: ya fuera por la escena musical en la que se veían inmersos, por la situación del mundo y del país, o por los propios demonios internos que los atormentaban. Como si los cinco miembros de Radiohead nada más contaran con ellos mismos y estuvieran solos en el mundo.

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Eso es The Bends, una reafirmación de humanidad que parecía perdida entre patriotismo, xenofobia y temor pre-milenario. The Bends es guitarras potentes y solos de guitarra afilados (“Just”, “My Iron Lung”), pero también es ternura (“Fake Plastic Trees”) e indefensión (“Bullet Proof… I Wish I Was”). Es angustia provocada por la incertidumbre de final de siglo (“Street Spirit [Fade Out]”), pero que aun retiene rasgos de un humor muy peculiar (“The Bends”, “Sulk”, “Black Star”) al que Thom Yorke y compañía ya no regresarían más adelante. No que esto último haya sido malo, sino que este segundo álbum les sirvió para poderse comprender unos a otros y mostrarse hasta dónde podían llegar eventualmente.

The Bends fue la antesala de muchas cosas buenas para Radiohead, pero más que nada es una obra que celebra el espíritu humano sin que sus creadores estén plenamente conscientes de ello y eso es lo que lo vuelve un álbum de una honestidad entrañable y brutal.