RPM: El Diablito de Caifanes

Ahogados en un grito:
30 años de El Diablito de Caifanes

Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_

El siempre difícil y truculento segundo álbum. La prueba de fuego cuando tu primer esfuerzo fue enormemente popular. La cosa se complica si la escena mainstream del país, en cuestión de Rock, es así de esquiva en ese momento. Para 1990, Caifanes opacaba a casi cualquier otra banda con sólo un álbum en su discografía. No había nadie que se les pusiera al tiro. Estaban en su propio nivel y lo sabían. Su disco homónimo, un par de años antes, había logrado que superáramos los bluesesitos de El Tri para entregar algo más en forma. Fue una de las primeras muestras de que en México teníamos todo para ponernos al tú por tú con Estados Unidos, el Reino Unido y Argentina (por mencionar sólo tres escenas que siempre han influido en lo que se hace en casa). Saúl Hernández y compañía se mostraban como una banda dinámica, bien amarrada, sin temor a mezclar ritmos más allá del 4/4 que parecía que no podíamos superar desde hacía años. Caifanes es, hasta hoy, un debut imbatible, de esos discos cuyos alcances e influencia son incalculables. Todas las canciones son reconocibles y han sido tocadas hasta el hartazgo. Tan sencillo como que si has escuchado Rock en México desde entonces, te sabes cualquier momento del disco.

¿Cómo superar una obra de tal tamaño? Pues haces El Diablito. Como banda demuestras que no estás hecho de solamente éxitos sino que puedes crear algo más complejo, menos digerible. O al menos, digerible en apariencia (“Voy Detrás De Ti”). El Diablito es una obra más interiorista, con letras más crípticas y piruetas instrumentales para volarle la cabeza a quien esté dispuesto a escucharlas (“De Noche Todos Los Gatos Son Pardos”). El Diablito amarra la propuesta que era Caifanes sin temor a mostrar su amplio rango de influencias. Es más Rock que el disco debut del grupo, eso sí, pero no deja de sonar nacional (“La Célula Que Explota”). Por momentos puede ser oscuro (“Sombras En Tiempos Perdidos”) y disonante (“El Negro Cósmico”), pero nunca se siente disparejo. No da respiro a quien lo escucha.

Estoy convencido que para casi cualquier otra banda, sin importar nacionalidad, El Diablito podría haber sido un álbum imposible, destinado al olvido, por circunstancias adversas, pero la magia de Caifanes hacen que todo funcione y que sólo afianzaría más su papel de La Banda Más Importante de México.