RPM: 35 años del debut de The Smiths

February 21, 2019

England is mine:
35 años del debut de The Smiths

Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_

Para 1984, el Punk, sin importar sus transformaciones, ya había dado de sí. Ahora tocaba a la siguiente generación darle nuevos bríos y llevar las influencias hacia lugares sin explorar. El embate del Punk, sin embargo, había sido tan fuerte que su legado permaneció por años y se quedó ahí flotando en el aire, esperando ser aspirado por alguien con la suficiente inventiva para rearmarlo y reformarlo. Alguien que hubiera crecido escuchando a sus representantes primigenios y que supiera traducir a una nueva gramática lo que aquellos forjadores habían querido decir. The Smiths no fueron los únicos que tomarían esta posición, pero sí los que harían el statement más fuerte, y sin necesidad de distorsionar, gritar o aporrear baterías. Ni siquiera sin necesidad de destruir lo ya construido. Sólo necesitaban un bajo y una batería sólidas, una guitarra melódica pero disonante, y un cantante con el encanto de Frank Sinatra, pero una sensibilidad que evocaba a Oscar Wilde pasado por un filtro de Iggy Pop. A eso, habría que agregarle letras cuasi poéticas con un sentido del humor retorcido sobre asesinatos, desprecio al sexo, y enaltecimiento del aburrimiento suburbano en el Manchester de inicios de los ochenta.

The Smiths es ese extraño debut que surge una vez cada tanto y que saca de la inercia al sonido imperante de su era. No suena a nada comparable del momento, por momentos es desquiciante (“Miserable Lie”), encantadoramente pop (“This Charming Man”), frenético (“Still Ill”), divertido (“Hand In Glove”), aterrador (“Suffer Little Children”), y enigmático (“Reel Around The Fountain”). Morrissey y Johnny Marr se revelan aquí como un dueto compositor fuera de toda categorización, con intereses a años luz de los demás miembros de su generación. Aquí, además, están dando sus primeros pasos, mismos que se sienten sólidos, dentro de todo. Aquí todavía falta llegar a las alturas que alcanzarían un año después, pero ya están los cimientos. Ese sonido tan peculiar que contrasta lo agudo de la guitarra de Marr con el barítono de la voz de Morrissey. Aquí aun hay mucho de la opacidad de esa Gran Bretaña desolada por la falta de futuro que ya vislumbraban los primeros punks, pero ya es notoria la intención de The Smiths para volverlo la marca de la casa.

Al final, The Smiths en su inmediatez parece haber predicho el destino de la banda. No pasarían ni cuatro años para que se desintegraran agriamente, desde la salida de este debut, en el que, como en cada uno de sus cuatro álbumes, Morrissey, Marr, Rourke y Joyce dejaron todo. Morrissey, en su autobiografía, revelaría su insatisfacción con el sonido de este álbum y considera a Hatful Of Hollow (aparecido unos meses después como colección de sencillos y lados b) un debut más digno. Marr nunca haría las paces con cómo las canciones fueron mezcladas, y se ha referido a ello como un trabajo amateur. Pero es justo esa urgencia y ese sonido sin pulir lo que hace que se creen los clásicos. The Smiths lo es.

Post escrito por: Ernesto Acosta

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