Sala de Espera: Escuchar al #MeToo

April 3, 2019

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Escuchar al #MeToo

Por Maza @ideasdelmaza

No sirve de mucho repartir rencores o tarjetas de responsabilidades. Desde este sitio he tratado de promover la necesidad de erradicar las distintas violencias en los espacios musicales de los cuales los hombres somos los principales causantes. Que exista un cuestionamiento de lo que se escucha y cómo se hace, para hallar formas críticas del goce sonoro.

Estas últimas semanas algo se movió desde muchos sectores incluido el mundo de las escuchas; las mujeres decidieron alzar con una gran dignidad la voz ante lo apremiante que resulta en clima de violencias hacia ellas. Quitaron parte del sucio velo de nuestros ojos en un acto encomiable de colectividad y de enseñanza de organización. Desde mi masculinidad mayoritariamente heterosexual leo los testimonios sobre las agresiones de músicos (escritores, directores y un largo etc.) y me destierran y abruman emocionalmente. El silencio, el desconocimiento (voluntario o inconsciente) y nuestra inacción han sido también armas cargadas de odio.

Uno pensaría que el #MeTooMusicosMexicanos (y el resto de cuentas similares) serviría para hacernos reaccionar y repensar. No obstante, el machismo encarnado en nuestra cultura extiende sus tentáculos de maneras soeces. El término “cacería de brujas” salió al casi momento en la boca de ejército de masculinidad manifestando su propia futilidad. Es imperdonable no entender que esta frase es una de las herramientas más grotescas del patriarcado para desprestigiar una lucha necesaria. Ellas, llenas de coraje, se cubrieron el rostro en el anonimato de la exposición (las denuncias son confidenciales) para poder encontrar una voz, para exhibir el infierno que mucho tiempo había estado oculto por nuestros privilegios y hegemonía machistas.

También salió el “seguro que hay denuncias falsas”; claro que las hay: según estadísticas en España sería de menos de una por cada cien. La virulencia no está en ese ínfimo “error” del sistema de la denuncia; está en el miedo a afrontar nuestros acciones deleznables tanto las grande como las minúsculas que como hombres hemos perpetuado. Queremos que ellas se callen para no ver nuestra podredumbre completa y lo que hemos solapado. Todos como hombres hemos ejercido alguna violencia y debemos afrontarlo. El escuchar y reflexionar ahora es nuestra única posición; leer lo más que se pueda los testimonios y meditar. Una escucha activa de todas las violencias que ejercemos a diario. #NotAllMen y el infame #MeTooHombres son una falacia revanchista. Todos hemos cooperado para llegar acá; asumámoslo y desde ahí pensar.

¿Y ahora? Ante esta cruda realidad; ¿Qué hacer? ¿Dejar de seguir a una banda? ¿Dejar de ver a tal o cual director? ¿Olvidar a ciertos escritores? ¿Abandonar a los amigos? No tengo respuestas; solo preguntas que se vuelven serpientes. Pero dudar es bueno.

El lunes Armando Vega-Gil se suicidó; parecer ser orillado por una denuncia en su contra. Y las voces se polarizaron; la herida se hizo más grande y radical. No nos hemos detenido a matizar nuestras miradas y clamores, que horror se juez. Hemos tirado consignas incendiarias a favor y en encontra de la manera más estéril. No, Armando no fue víctima del movimiento, ni mucho menos de la denunciante. Él tomó la triste decisión por su propia (in)consciencia(?). Su culpabilidad, o inocencia, queda socavada en la incertidumbre en las que se/nos deja. Es complaciente dictar alguna sentencia superficial sobre los actos de alguien (nos esgrime de todo responsabilidad). Me niego rotundamente a victimizar su persona; su decisión es suya y solo suya. Sin embargo queda un “¿Por qué?”. Sería irresponsable pensar que fue por la denuncia. Pero también es reductive pensarlo como una salida fácil ante la culpa. Y lo peor sería volverlo mártir del machismo pensando que en su inocencia no pudo con la presión (y con ello exigir responsabilidades a alguien fuera de sospecha). Repito, la decisión de Armando no es consecuencia de la denuncia.

Cualquier suicidio implica desolación no atendida. La falta del cuidado de lo afectos que el patriarcado aviva con la imposición de un silencio emotivo y de la petición de ayuda. El yugo masculino provoca un aislamiento y nos deja sin formas de expresión sensibles. La decisión del suicidio comparte expresiones propias del machismo; no por el acto sino por las formas.

El feminismo lleva una loable ventaja en esos cuidados; ellas han probado que cuidar a la otra desde las corresponsabilidades es necesario. Se han preocupado más que nadie y por ello estoy seguro que la denunciante está recibiendo el apoyo necesario. Pero queda claro que algo tan complejo requiere profundos cruces reflexivos que con la premura no se han realizado.

En esa falta de atención y de cuidados las mujeres también han sido víctimas. No debemos ni podemos ocultar que cientos de mujeres se quitan la vida al año como consecuencia de las distintas violencias de las que son víctimas (el caso de Julissa y los “Packs Manclova” tiene eco ahora) y por no poder expresar eso que el anonimato les has permitido a otras. No olvidemos que el patriarcado mata y los hombres somos su principal vehículo. Mata con silencio, mata con pasividad, mata con encubrimiento y mata perpetuando prácticas sociales.

Pero ¿qué queda ahora? ¿El abismo? ¿Violencia verbal triunfalista ante el orgullo de la muerte ajena? ¿Violencia del rencor? ¿Depresión ante el infierno insalvable? ¿Juicios sumarios?. El #MeToo entre otras cosas han demostrado que existen otros caminos. Ya dimos el primer paso con la exposición de una terrible condición multiforme que ya no se aguantaba. Ahora queda construir paradigmas nuevos desde la escucha de esas voces que hasta ahora no hemos dejado existir. Que todo el dolor que hemos leído en estos días florezca en nuevas mecanismos de relacionarnos. Las feministas nos llevan años luz por lo cual debemos prestarles toda la atención. Entender que el proceso de tejer nuevas formas sociales será lento pero que no por ello podemos claudicar; tenemos que aprender a escucharlas y vernos retratados por más doloroso que sea.

Post escrito por: Maza

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