Reseña: Angel Olsen /// All Mirrors

October 25, 2019

angel olsen all mirrors

Angel Olsen
All Mirrors
Jagjaguwar
8.8

Un gran acorde de emociones

Por Andrés Quiroz

Angel Olsen ha ido construyendo su carrera gradualmente hasta llegar a un punto de inflexión. Comenzó siendo el tipo de artista que es fácil de vincular. Su sonido era alfabetizado, Folk, y Lo-fi en Half Way Home, su álbum debut. Para su segundo disco, Burn Your Fire For No Witness llego a un acuerdo con el sello independiente Jagjaguwuar, un monstruo en la escena americana; pero no fue hasta su tercer LP, My Woman de 2016, donde escuchamos un cambio más notable: menos introvertido, más pulido, más ambicioso, y ocasionalmente electrónico que se jactaba de una tendencia hasta ahora inadvertida de tocar en un estilo directo. No solo obtuvo magnificas reseñas y llego al top 50 en EE.UU., sino que también encontró en “Shut Up Kiss Me“, un exitoso sencillo que despertaba a las multitudes de festivales, a tal grado que se ganó una aparición como invitada en el nuevo álbum de Mark Ronson, Late Night Fellings.

Para poder comprender cuan asombrosamente ambicioso es All Mirrors, el nuevo álbum de Angel Olsen, solo necesitas saber esto: Jherek Bischoff, el compositor que le ayudo a incorporar una orquesta de 14 piezas en la mezcla de sintetizadores y guitarras, y quien ha trabajado con gente como David Byrne, Caetano Veloso, Greg Saunier de Deerhoof entre otros; tuvo que improvisar una nueva forma de dirigir a los músicos, no indicando el tempo, sino con una serie de gestos especiales, creando lo que él llamo un “efecto Doppler con un gran acorde de emociones”.



Lark”, la canción de apertura, en el papel no parece nada particularmente fuera de lo común; una balada fuertemente orquestada, en la que las cuerdas se ven reforzadas por los tambores atronadores, justo al estilo de Phil Spector que tanto se han usado a lo largo de los años. Pero el arreglo de “Lark” no se adhiere al modo épico estándar de balada de Rock Alternativo; no está tratando de imitar el gran drama de los álbumes de finales de los 60s de Scott Walker, ni la exuberancia romántica de los Beach Boys alrededor del Pet Sounds, ni el desmayo cinematográfico de Histoire de Melody Nelson de Serge Gainsbourg, ni ninguna de las otras cosas que los artistas de Rock Alternativo tienden a hacer cuando deciden favorecer al mundo con una balada épica. En cambio, las cuerdas suenan y se agitan y, ocasionalmente, chirrían, como si significara un momento de alarma en la banda sonora de un viejo thriller. La canción en sí es hermosa, pero el arreglo parece estar constantemente al borde de la disonancia, lo que le da tensión y ventaja al tema. Lo que, a primera vista, debería sentirse familiar, se siente todo menos eso.

La canción que le da el título al álbum, “All Mirrors”, se encuentra un poco más en la órbita actual del Rock Alternativo; sintetizadores de ensueño influenciados por los 80s. Pero el mérito de Angel Olsen aquí es que logra aumentar gradualmente la intensidad hasta llegar a un punto de incomodidad, con otro arreglo de cuerdas extravagante, opresivo, abarrotado de sonido. “Spring” abre con piano que modula al estilo de “Hey Jude“, pero rápidamente se vuelve extraño. La voz de Angel Olsen es seca y deliberadamente alta en la mezcla, y a pesar de toda la belleza de la melodía, el efecto es extrañamente claustrofóbico, una sensación que aumenta por un estallido de
campanas sintetizadas fuera de tono.

En “What It Is” y “Chance”, el cierre del álbum, Angel Olsen nos regala una ofrenda gigantesca hacia dos expertos en el desamor; Patsy Cline y Dusty Springfield, quienes parecen haber sido canalizados y transportados a través de los años de forma tan magistral que podemos escucharlos cantar al lado de Olsen. Y después “Endgame”, una canción que parece salida de aquellos grandiosos soundtracks de James Bond de David Niven. Misteriosa, a momentos enfermiza y distendida pero con una atmósfera hasta cierto punto relajante y cálida.

Nada en All Mirrors termina donde esperas; a momentos no es fácil de escuchar, a pesar de la preponderancia de las melodías, algo que parece reconocer Angel Olsen como plan para lanzar una versión completamente acústica en un futuro; su intensidad siempre es tan alta que automáticamente exige al oyente. Un álbum que toma formas musicales aparentemente reconocibles y las transforma en algo desafiante e intrigante.

Post escrito por: Andres Quiroz

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