RPM: 50 años de David Bowie (Space Oddity)

November 14, 2019

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The sun machine is coming down and we’re gonna have a party:
50 años de David Bowie (Space Oddity)

Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_

En julio de 1969, un peculiar cantante relativamente desconocido saltó a la fama con una canción medio inspirada en 2001: A Space Odyssey de Stanley Kubrick, y que introdujo al Major Tom, un astronauta que se pierde en las profundidades del espacio. Esa canción, “Space Oddity”, fue un salto mayúsculo en el estilo y la calidad de su compositor respecto a lo que había venido haciendo hasta ese momento. Esa canción le abriría las puertas para mostrar todos sus poderes y le significaría el inicio de una carrera que ya nunca se detendría. Aquí fue donde David Bowie nació. Antes de “Space Oddity”, Bowie estaba firmado con Deram, una subsidiaria de Decca, que nunca vio al artista como algo redituable, mucho menos como alguien con algún talento a explotar. Acaso, lo veían como una curiosidad. En abril de ese año, la disquera lo despidió, y Bowie tuvo que buscar un nuevo hogar. Philips alcanzó a ver lo que los otros no, y le ofreció un contrato para un álbum.



La diferencia entre su primer álbum homónimo de 1967, y éste de 1969 es abismal. Como si hubieran pasado años en el medio. Bowie creció a pasos agigantados como compositor, letrista, y artista en general. Aquí, prácticamente, no quedan indicios de aquel chavito sin dirección que le cantaba al enterrador local, o sobre duendes risueños. El Bowie de este álbum homónimo se despide desgarradoramente de su ex novia (“Letter To Hermione”), homenajea a Dylan sin querer fusilárselo (“Unwashed And Somewhat Slightly Dazed”), toma la psicodelia del primer Pink Floyd y la voltea de cabeza (“Cygnet Committee”, “Wild Eyed Boy From Freecloud”), y termina el álbum en una nota épica altísima burlándose de la contracultura que tan mal lo había tratado (“Memory Of A Free Festival”). Esta fue su primera colaboración con Tony Visconti como productor, y el encuentro no pudo haber sido más afortunado. Los dos hombres parecen haberse entendido desde el primer momento. Uno casi se los puede imaginar viéndose a los ojos durante la grabación y asintiendo, como pensando, “Así es como esto debe sonar”.

Mientras su debut de 1967 sonaba anticuado y hasta ridículo, aquí Bowie sonaba, al mismo tiempo, plantado en su época, pero proyectándose hacia el futuro que él mismo se encargaría de labrar en todos los años que vendrían. Como si hubiera extendido los planos de su carrera sobre la mesa y hubiera señalado lo que iba a hacer en, al menos, sus siguientes cuatro o cinco discos. “Space Oddity”, la canción, había sido la primera frontera. Lo demás se encontraba en las otras ocho canciones y en la cabeza de este cadete espacial que ya nunca bajó de las estrellas.

Post escrito por: Ernesto Acosta

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