Wake up, Mr. West!:
15 años de Late Registration de Kanye West
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
Si con The College Dropout, Kanye West sobresalió de inmediato como un rapero inusual, y sus técnicas de producción en cosas como The Black Album de Jay-Z lo habían vuelto uno de los productores más solicitados e innovadores de la primera mitad de la primera década del siglo XXI, Late Registration, su segundo álbum, lo mandó a la estratósfera y lo estableció como la figura definitiva en el género. Mucho antes de los colapsos nerviosos, de su necesidad de protagonismo, de sus excentricidades que parecen no tener fin, West estaba en la cima del mundo y era algo por completo merecido y justificado.
Uno de los rasgos más llamativos de Late Registration es que de sus 19 tracks, sólo cinco son skits, y ninguno de ellos sobrepasa el medio minuto. Es decir, el álbum está compuesto de, en sí, catorce canciones, cada una más sólida que la anterior. Racismo, salud mental, pobreza, tráfico de drogas, política. Todo cabe en las rimas que West está soltando junto a sus invitados especiales, y la mayoría oscilan entre un sentido del humor particularmente ácido y con un elevado sentido de sí mismo. Es por eso que cuando West se pone serio, le crees (“Hey Mama”, “Roses”, “Addiction”), pero también te saca la carcajada honesta cuando parece estar soltando una rutina de stand-up (“Gold Digger”, “We Major”). El trabajo de sampleo es complejo y bien pensado. Convierte un clásico del repertorio James Bond (“Diamonds Are Forever”) en una denuncia al tráfico de diamantes (“Diamonds From Sierra Leone”). Se quita el sombrero ante Gil Scott-Heron en “My Way Home”. Le exige a sus invitados lo más que puedan sacar de ellos mismos (Brandy en su mejor momento en años en “Bring Me Down”, Lupe Fiasco debutando con todo en “Touch The Sky”) y hasta los hace salirse de su zona de confort (Adam Levine y su personificación de Stevie Wonder en “Heard ‘Em Say”, y por supuesto, Jamie Foxx sin salirse del personaje de Ray Charles en “Gold Digger”). Todo para terminar de forma fastuosa en “Gone”, la joya más brillante en la corona, en donde en un momento de la canción las cuerdas empiezan a querer seguirle el paso al rapeo de West.
Si este hombre fue alguna vez un genio e hizo algo parecido a su obra maestra, aquí fue cuando. ¿Qué lo hizo sobresalir? Quizá su apertura a ir más allá de las limitantes de un género que parecía haberse enfrascado en si mismo en los últimos años, quizá su valentía para rapear abiertamente de temas de los que casi nadie hablaba, quizá sus acertadas elecciones de sampleos. Quizá la mezcla de todo eso y más. Lo que es un hecho es que, en 2005, cuando Late Registration apareció nadie le rozaba ni los talones a Kanye West.
