RPM: 15 años de Silent Shout de The Knife

February 17, 2021

Silent Shout The Knife

Un grito al vacío que sigue haciendo eco
en los corazones oscuros

Another kind of love it’s easy to forget:
15 años de Silent Shout de The Knife

Por @shue___

Son esos primeros latidos trepidantes los que nos advierten que algo está por suceder. Nuestro pulso se acelera, la piel de gallina, la adrenalina, la incertidumbre… ¿Qué son estas inmensas ganas de llorar? Esas primeras líneas de una historia que no se cuenta como las demás son las que marcan su sello en el destinatario. Por 15 años hemos sido esos destinatarios a los que The Knife enamora y horroriza por igual, y Silent Shout, su carta más visceral y reveladora.



La carrera de The Knife es una historia de amor, como la de todos nosotros. La primera vez que te enamoras es burbujeante y esperanzadora; es el conquistador descubriendo una tierra inexplorada, es el “¡Eureka!” de Arquímedes. Para tu segunda vez, ya vienes con una cicatriz en el alma, sin muchas expectativas pero con brillo en los ojos: “No todo está perdido” –te haces creer; ¿Realmente hay buenas segundas partes? “La tercera es la vencida”, piensas cuando has caído en la trampa otra vez; lo cierto es que ni lo esperabas ni lo querías pero aquí estás, sin las burbujas ni la esperanza ni el brillo, experimentando el amor desde la copa de un árbol envuelto en una sombría neblina, esperando por el sol en el horizonte.

Sí, todo esto ha sido una proyección personal, pero también es la línea emo-temporal de los discos de The Knife: su homónimo (2001), con su ingenuidad abriéndose camino y dejando huella en el denominado “Scandi-pop”; luego, Deep Cuts (2003), renuente a los reflectores que terminaron por exponer a los hermanos Dreijer ante el mundo. Así, Silent Shout nació como una contrapropuesta a la música de su tiempo y de su geografía, quizá sin quererlo (realmente no importa). Tal desapego emocional –casi anárquico– le bastó para establecer los cimientos de un hogar que albergaría a todxs aquellxs que se dirigen hacia sus adentros para abrazar sus propios miedos, su oscuridad y sus esperanzas; alquimistas que en sus balanzas colocan la experimentación sintética de un lado, y del otro, las fórmulas para atraer a las masas.

¿Te has preguntado cómo sería ser impactado por un rayo? Escucha Silent Shout, con especial atención en el inicio de “Neverland”: armonía > ruido > golpe > flotas rebozando de electricidad. ¿Has imaginado cómo sería estar en una fiesta con varios clones tuyos echando desmadre? Escucha Silent Shout en “We Share Our Mothers’ Health”, con la esquizofrenia de sus beats y voces que rebotan en tu cabeza hueca. ¿Has soñado con viajar al espacio y te preguntas si hay vida en Urano? Escucha “Silent Shout” y trata de decodificar la canción de cuna alienígena que es Na Na Na. El fin siempre está cerca.

En 2009, el cantautor israelí Gilad Segev publicó su tercer disco, Noadno (נועדנו), cuyo sencillo principal se trató nada más ni nada menos que de un cover de “Marble House”, en un disco que fue conocido como el primero en reunir las raíces de la música siria, polaca, judía e israelí que el mismo autor poseía; esto a tan solo tres años de la aparición de Silent Shout: así su impacto. Es interesante consultar Who Sampled? y notar que, a diferencia de sus hermanos mayores y los que vinieron después de él, Silent Shout no tiene registros de haber sampleado o covereado, al contrario, a partir de él se enlistan varios remixes, covers y sampleos; tres, cinco, diez años después. Cuando “music Twitter” habla de una “blueprint” a esto es a lo que se refiere, literalmente.

El grito de Munch; Saturno devorando a su hijo de Goya; Climax de Gaspar Noé; The Lighthouse de Robert EggersSilent Shout de The Knife. La fascinación por todo aquello que nos perturba ha dado origen a obras que materializan en imagen o sonido lo que sentimos en ciertos momentos de nuestro paso por el mundo; expresiones artísticas que, de no ser por ellas, seguiríamos comprando esos “lugares felices” que el sistema se ha encargado de vender.

Una clara muestra del poder de este álbum es su cierre: “Still Light”, que sugiere un intento de suicidio (al menos en mi mente), ocasionado por el miedo y la ansiedad de querer hacer las cosas bien, de evitar decepcionar. Su inicio espectral bien podría ser una psicofonía que describe el umbral de la muerte del que esta persona despertó. Confusión, cuestionamientos sobre lo ocurrido, un arrepentimiento murmurado que apenas se oye por el efecto de los sedantes.

Hace 15 años recibimos una carta de amor y decepción, es momento de volver a leerla.

Post escrito por: Carlos Shue

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