Reseña: Woodstock 99: Peace, Love, and Rage

August 3, 2021

Woodstock 99 documental

Woodstock 99:
Peace, Love, and Rage

Por Ernesto Acosta Sandoval

Garret Price, el director de Woodstock 99: Peace, Love, and Rage, advierte al inicio del documental: “Me hubiera gustado que ésta fuera una comedia, pero no, esto es más una historia de terror”. Para quienes no habían nacido o no se enteraron del desastre que fue aquel festival podría sonar exagerado, pero las siguientes casi dos horas son estremecedoras. El documental, parte de la serie Music Box en HBO, desmenuza todo lo que salió mal casi desde 1969, cuando el concepto surgió en la cabeza de Michael Lang con aquellos tres días de “paz y música”. La labor de desmitificar al festival original y la franquicia en la que se convirtió no es fácil. Sobre todo para el imaginario colectivo. Price no pierde el tiempo ni se toca el corazón en darle voz a críticos que no dudan en comparar a Lang con un Willy Wonka hippie, desconectado de la realidad, al que le pasa de largo el zeitgeist y parecer querer imponer su propia imagen del momento en el que está parado.



Pero, en específico, ¿qué fue lo que provocó que Woodstock 99 saliera tan mal? El documental pone sobre la mesa los ingredientes para crear la tormenta perfecta que aquello terminó siendo. 1999 fue un año tan suficientemente complejo, tanto en lo social como en lo cultural, que lo natural era que culminara en ese desastre. Como lo pone Maureen Callahan de SPIN: “La pregunta no es ‘¿cómo fue posible que sucediera?’. La pregunta es ‘¿cómo no iba a ser posible?’”. Un año en el que la sociedad norteamericana se dio cuenta que su presidente era un acosador, en el que esa misma sociedad mostró su peor cara por los dos lados en la tragedia de Columbine, en el que la avaricia de un grupo como Metallica salió a flote, más el temor dominante a lo que iba a suceder con el cambio de milenio. Como cereza en el pastel, MTV abriendo sus puertas al Pop emanado del Disney Channel mientras el Nü-Metal explotaba. Podría parecer banal, comparado con todo lo demás, pero los últimos baby boomers y el grueso de la Generación X, en ese momento, se sintieron invalidados al ver cómo los gritos de igualdad y justicia social propuestos por algunos actores del Grunge se destruían con artistas híper sexualizados por un lado, y por el otro, bandas con actitudes misóginas, homofóbicas y racistas. Moby, Dexter Holland de The Offspring, y hasta Scott Stapp de Creed, hacen hincapié en lo absurdo de armar un festival con los supuestos valores del Woodstock original, y hasta el nombre, y tener bandas como Kid Rock, Limp Bizkit o Spitfire en el cartel. Por no hablar de la decisión de montar todo en una antigua base militar.

Las imágenes que se muestran en Woodstock 99: Peace, Love, and Rage (todas tomadas de las transmisiones en MTV y en PPV) son escalofriantes. Mujeres siendo acosadas, frat bros defendiendo su derecho a ponerse hasta atrás, manosear mujeres y destrozar las instalaciones, baños desbordados, calor infernal, vendedores cobrando precios absurdos por botellas de agua, y la culminación del fin de semana con el incendio masivo provocado por las velas que supuestamente se iban a usar en una vigilia por las víctimas de Columbine. Lo que el documental parece querer decir (y si esa es su intención, lo logra por completo) es que cada vez que Woodstock, el concepto, ha intentado capturar lo mejor de la humanidad, ésta se ha encargado de probarle lo opuesto.

Post escrito por: Ernesto Acosta

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