Primavera Club @ Barcelona

December 17, 2012

Deerhoof
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Swans

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Los Planetas

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Richard Bishop

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Por: Alfredo “Maza” Guzmán @ideasdelmaza /// Fotos: Dani Canto

Con todo y la cantidad de conciertos organizados, el Primavera Club no esperaba el golpe gubernamental y de cancelaciones que hizo que la disposición de horarios y espacios fuera imposible de compaginar. En la edición de Barcelona los locales estaban muy lejos y las bandas estaban muy pegadas por lo cual hacía casi imposible el desplazamiento entre salas. Esto no es culpa de la organización y se agradece el esfuerzo por encontrar espacios adecuados para los conciertos. Sin embargo, lo que sí faltó en esta edición del Primavera Club fue lo que ediciones anteriores lo hacía tan atractivo: las bandas pequeñas y poco conocidas. Esas que da gusto descubrir en un festival de la envergadura que pretende ser el hijo menor del Primavera Sound. Este año decidieron los organizadores, con su lado extremadamente bueno, realizar un festival multitudinario en un lugar cerrado (un festival de arena, para decirlo de forma vernácula), pero esas pequeñas joyitas de conciertos íntimos se extrañaron. Ahora bien un pequeño repaso de esta edición

El primer día la decisión entre salas fue sencilla, ir a presenciar la representación de lo que mi consideración es el mejor disco del año: Swans. Su abridor, Sir Richard Bishop, echó mano de esa destreza técnica que le caracteriza pero que al igual en otras ocasiones careció de calor y manera de encantar a un público acostumbrado a maestros de la guitarra acústica. Tal vez en los desiertos norteamericanos sorprenda pero aquí sonó bastante cotidiano aunque hay que admitir su entrega y sencillez. La atmósfera tranquila dejada por Bishop no dejó preparado a nadie para el acontecimiento que siguió. Si bien Swans está presidido de una fama infernal nunca se está completamente listo para una experiencia como la presenciada en el Saint Jordi Club. Lo de Michael Gira y compañía es la ferocidad absoluta. Poco más de dos hora para tocar seis canciones, reventar los oídos y envolvernos en una ola obscura que conduce a un abismo extraño. Aunque esta vez no fue aquella presentación infernal y aterradora sí fue una avalancha de pánico. La lección sonora que es de The Seer es como recibir alfileres precisos que llegan a los nervios. Tal vez media hora menos hubiera dejado a más gente contenta pero lo de Swans, para sus adeptos, es una droga dura e imprescindible hasta su último aliento.

El segundo día empezó con las notas suaves de Little Wings que presentaron su trabajo de forma digna pero que no me convenció, tal vez porque suenan a todo y a nada, esa sensación de no saber qué grupo de camisa a cuadros se está escuchando. Al contrario, The Monochrome Set se rompieron el silencio del bello teatro como máquina bien engrasada, abriendo con la canción que les da nombre e evitando esos momentos angustiantes en su carrera donde se iban de impresionistas, dieron un compacto recital lleno de matices que recorría tanto “éxitos” del pasado como piezas de su respetable Platinum Coils. Redd Kross no lo terminé de ver porque corrí para llegar a Triángulo de Amor Bizarro pero las siete canciones que presencie, incluida “Annie’s Gone”, me parecieron tremendas. Es una banda de esas que sólo existieron a finales de los ochentas pero que desafortunadamente tiene los años marcados, las piezas se siente polvosas y arrugadas, pero igual fue muy divertido a decir verdad.

La caminata hasta el recinto fue larga pero llegué con tiempo para ver la intensidad acelerada de los de Galicia con un sonido más crudo y seco que veces anteriores. Triángulo lució una aceleración apabullante dejaron boquiabiertos a desconocidos y lucieron su nuevo sencillo de forma asombrosa. Sin embargo cuando parecían se llevarían la noche, Los Planetas hicieron algo que pocos esperaban, tirarse un concierto fascinante. Dos horas y poco de éxitos y una ola de sonido que rodeó a sobrios y elevados y condujo un viaje tremendo. Con todo y los problemas iniciales en una de la guitarras y unos audiovisuales que por momento daban risa, lograron llevar sus sonido hasta lo más alto, “Santos que yo te pinté” podría ser lo mejor escuché en todo el festival. Si está es la última vez que se les ve, sería la mejor manera de decir adiós.

Cómo afrontar un tercer día de festival después de los sendos conciertos de Swans y Los Planetas. Pues muy tranquilo. Renaldo y Clara en la Monasterio exhibiendo su belleza simple para aliviar la tarde, seguidos de una cerveza para preparase para Marc DeMarco que nos recordó para que existe este festival, excelente propuesta. Luego, de nuevo a la montaña para ver a Deerhoof haciendo un concierto extraño pero eficaz, derrochando energía e intentos de comunicarse en castellano causando risas y una linda alegría. Después el angustioso Mark Lanegan y su luz roja, un hombre frío, una guitarra que tiembla y canciones que marcan el ritmo de la decadencia. Un presentación respetable aunque por momentos luce los años acuesta con guitarras pasadas de moda que son excusables porque las cubre con ese manto que su voz produce y minutos gloriosos como “The Gravedigger’s Song” que pone la piel sensible y corazón a temblar.

Hasta aquí mi Primavera Club, aunque tenía ganas de ver a The Field, ver a dos bandas que no entiendo no salía a cuenta. Dicen los rumores que estuvieron bien, que hubo mucha fiesta, que hubo mucha risa. Espero de verdad que sí porque de otra forma sí se cumplen los rumores de que esté fue el último Primavera Club en la ciudad condal, un cierra aburrido sería muy triste. Por el momento este habitual espectador está más que agradecido con el festival por estos años de buena música.

Post escrito por: Maza

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