Reseña: Pumuky /// Justicia Poética

April 15, 2015

pumuky-justicia-poeticaPumuky
Justicia Poética
Jabalina Música
9.2

Por Diego Álvarez Rex

Es difícil afrontar un nuevo lanzamiento por parte de Pumuky, ya que es una banda con piezas de un corte muy personal, de letras muy emocionales y de melodías que lo envuelven a uno en momentos atemporales y, con un canon de trabajo tan prístino como inmaculado, la llegada de una nueva placa es tanto emocionante como angustiante.

El cuarteto canario realmente no escatima en sentimiento para cada álbum y Justicia Poética no tarda ni un solo minuto en estallar con colores por doquier: “Taniyama-Shimura” es el momento en que la banda emprende vuelo hacia el cosmos y que los dedos de Jair Ramírez, tan delicados pero decididos, presiona el sintetizador como si fuese el ojo de un huracán mientras su hermano Noé, al lado de Adán Zeus y Daniel Benavides se funden con el viento sonoro que gira y gira para jamás cesar durante este cuarto álbum tan oscuro y hermoso como sus predecesores, pero aún más espeso y atmosférico como si se requiriera aún más tiempo para apreciar la inmensidad del mismo.

Con “Escritura Automática 9mm” el cuarteto deja de ser aquella banda que uno se pone los audífonos y se deja caer al suelo en espera de ser devorado por su música, y se convierte en una abrasiva masa musical que trasciende lo terrenal y al momento de dejarse caer al suelo este jamás llega. Sin guías como estos uno bien podría perderse, pero al encontrarse en este abismo de colores con la desgarradora “Teoría de Cuerdas”, también es de recordar que jamás estaremos a salvo de nuestras propias inquietudes y ansiedades. Los recuerdos y pensamientos jamás se van y solo se esconden para ser encontrados cuando menos lo esperamos.

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“La Culpa y el Librepensador” llega como la prueba de que Pumuky crece en cajas de ritmos y desaparece en batería, pero como sí se trata de una evolución de un ser que con frías piernas aún tiene calor en sus brazos, y este es más fuerte que cualquier elemento orgánico que al final no representa ni un mas o un menos, sino sonidos parte de toda una cascada. “No pasa nada”, dice la canción.

La tristeza tan inmensa en la voz de Jair, aún más arrastrante que los instrumentos del resto de la agrupación, aquí no encuentra cuartel y la entrega por su ‘arte’ es total y de compromiso fiel; no es como si cada material tuviera que sumergirse en recuerdos de tragedias o victorias para conjugar tales tonos, sino cada uno de los versos, de los enunciados y palabras salidas de su boca salen con real pasión.

Tras la delicada “El Escondite”, Pumuky cierra con una melodía aún más desnuda titilada simplemente “Crash” que como tal, es el cierre de lo que inició como un vuelo en medio de un ventarrón hacia el cosmos y que al final, siempre estuvo destinado a estrellarse. A morir como todo en esta vida, y así, dejar tras de sí un legado que en este caso, es su mejor lanzamiento hasta la fecha y de lo que mejor que va de la música en el año.

Post escrito por: Diego Álvarez Rex

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