RPM: 30 años de Dangerous de Michael Jackson

December 5, 2021

Dangerous Michael Jackson

I ain’t second to none:
30 años de Dangerous de Michael Jackson

Por Ernesto Acosta Sandoval

Uno ve las portadas de los álbumes de Michael Jackson, de Off The Wall a Bad, y no dicen mucho sobre el contenido musical. Son sobrias, elegantes incluso. Pero uno ve la portada de Dangerous y es claro que la cosa ha cambiado. Lo que hay afuera es lo que hay adentro. Como si fuera un guiño a Sgt Pepper, este es otro Jackson. Más desbocado, más bombástico, más fastuoso. Excesivo por momentos, al borde de la auto parodia, sin ningún límite ya para 1991. Uno podría decir que con Dangerous, el cantante le puso punto final a la década previa, su década, para él y para el mundo del entretenimiento.



Lo que habría que hacer notar en Dangerous, antes que otra cosa, es que fue la primera vez en su carrera solista en la que Jackson no trabajó con Quincy Jones en la producción. Lo cual habla de una intención de romper con su pasado y explorar nuevos territorios. ¿Lo logra? Con elementos del Rap de la época, algo de la naciente electrónica, y hasta un poco de Industrial, la mezcla sólo hace más y más por engrosar los excesos en los que de pronto cae el álbum. Luego viene la lista de invitados, que va desde Slash hasta la Princesa Estefanía de Mónaco. Jackson, para este momento, podía hacer lo que se le diera la gana y parece estar restregándonoslo en la cara todo el tiempo. La canción más corta dura poco menos de cuatro minutos. Todas las demás no bajan de entre cinco y siete minutos. Por momentos, excesivamente sobre-producido, por momentos extrañamente épico, Dangerous no da descanso. En cuanto a las letras, por primera vez, Jackson aborda temas políticos y sociales (“Heal The World”, “Black Or White”), el SIDA (“Gone Too Soon”), el problema de la cultura de la celebridad (“Why You Wanna Trip On Me?”), una sexualidad más cercana a Madonna o a Prince (“In The Closet”). Son esos acercamientos a un Jackson más humano lo que hacen que Dangerous pueda ser tomado en serio y no sea sólo la obra de un megalómano con todos los recursos a su disposición. Y claro, el equipo de colaboradores con los que trabajó, entre productores, co-compositores e ingenieros, al final fue lo que lo mantuvo centrado.

Dangerous, como todavía era la costumbre de Michael Jackson en ese momento, despachó una obscenidad de algo así como dos millones de copias en los primeros meses desde su lanzamiento. Se desprendieron nueve sencillos de las catorce canciones que el álbum trae. De esos sencillos se hicieron, otra vez, videos que parecían cortometrajes. Se presentó ante un total de cuatro millones de personas en 72 conciertos. Y dividió a los críticos. Algunos exhibieron los excesos como parte de las fallas del álbum. Otros lo vieron como la continuación lógica en la carrera de Jackson. Yo me inclino al segundo grupo. Porque después de Dangerous empezó el declive. Éste fue el álbum que prueba que nada puede ser eterno. El tipo de álbum que recuerda que un artista, sin importar lo grande, siempre tiene un límite. Lo bueno es que el álbum tiene la suficiente calidad para pasar a la historia como el testamento de un artista que llegó a la cima y ahí se quedó por años.

Post escrito por: Ernesto Acosta

Post Relacionados