Por: Jorge Hernández Jiménez (@diaphanefuneral) /// Fotos: BigIdeas (OzCorp)
Me ha tocado cubrir un concierto cuya audiencia contrasta en número a los últimos eventos masivos de octubre (Corona, Arcade Fire, etc), pero sin duda no desentona en cuanto al espíritu. Triángulo de Amor Bizarro es una banda que vino al Corona Capital, pero que se quedó a “hanguear” por ahí, en El Imperial. Reseñas y encargos aparte, freak from hell as I am, ahí estuve desde las ocho de la noche, creyendo que eso se iba a llenar cual si fuera La Bien Querida o qué sé yo. A eso de las diez empezó a llegar asistencia a cuentagotas.
La bondadosa comodidad del Imperial permite estar codo a codo con los músicos, lo único que se me ocurrió hacer fue ir a pedir el dato que más me daba curiosidad. Abordé al guitarrista quien comenta que su único secreto es que la Fender Jaguar es una gran guitarra, y que un delay, un distor y un reverb a todo son todo lo que él necesita. Yo pregunté si era la versión japonesa o mexicana. Japonesa. Muy honesto y orondo, se fue. Cuarenta y siete asistentes después, los Triángulo, que andaban por ahí se subieron a prepararse.
El set comenzó con un problema técnico. No había teclado. Esto se resolvió y la cosa fluyó. Los poquísimos asistentes bailaron un set cuyos pilares son cuatro canciones del nuevo disco: “De la monarquía a la criptocracia”, “Año Santo”, “El baile de los caídos” y “Amigos del género humano”. Si no me creen, pregúntenle al compadre que brillaba por sus bailes hasta adelante y que, en el momento que empezó “Año Santo”, aterrizó un viaje que ojalá no le haya costado más de medio cerebro.
Dijera ella, todo muy guay. Pero no, yo no les creo un varo. No son sólo tres pedales. Esos cuatro españolitos tocan con tanto feeling que uno se siente en paredón de fusilamiento. La Jaguar en el piso recibiendo los golpes me hace dudar. Juro que tanto decibel no me hacía tan feliz desde Jesus and the Mary Chain.
Se fueron y dejaron el delay sonando.
El ruido se fue de golpe porque lo cortaron como a los diez segundos. Ni modo. La vida siguió su curso. Yo, por lo pronto, estoy pensando en ir a Ensenada a la fábrica de guitarras de la marca ya mencionada y descolgarme una jaguarcita de la pared. Eso haré una vez que dejen de zumbarme los oídos.
Esos triangulo son muy buenos, lastima que no fue mucha gente a verlos, el problema es lo gastados que la mayoría estamos con tanto concierto
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