Reseña: SOHN /// Tremors

SOHN
Tremors
4AD
6.9

Por Marco Avre @moody_

No hay duda ni debate del avance que el Internet ha traído a la humanidad. En el campo particular de la música, ha permitido que artistas con poco presupuesto logren alcanzar audiencias que en otros tiempos hubieran necesitado de la firma de una disquera y una buena cantidad de dinero invertida en hacerles promoción. Uno de los casos más relevantes, aquel en que Vampire Weekend saliera de entre los millones de videos de YouTube, otros cientos, igual salieron de ahí pero sin mucho que decir.

Sin embargo, una de sus consecuencias negativas es la extinción de la emoción y sorpresa de tiempos pasados, cuando una banda o un artista que aparecía de la nada cambiaba el panorama musical, con discos debut importantísimos que se convertían en clásicos instantáneos y compras obligadas de los adeptos a la música en general. Hoy en día, su equivalente es el efecto Soundcloud, con artistas que comparten una o dos canciones muy buenas y comienzan a generar juicios con poco o nulo realismo. ¿Quién podría decir que un pintor es bueno o malo sin haber visto más que uno o dos cuadros de su autoría?.

En el caso de Tremors el disco debut de SOHN, este efecto se ve exponenciado y no en una buena manera. Durante un par de años, el productor vienés se perfiló como una promesa del R&B y la electrónica, levantando elogios muy adelantados del tipo “Es el nuevo James Blake“, donde su nombre brillaba más en el crédito de productor que el nombre del artista al que le pertenecía la canción (pregúntenle a Banks o a Kwabs).

Fue hasta finales del año pasado que un álbum debut fue anunciado y empezamos a escuchar los sencillos. “Lessons” prometía mucho con su acercamiento al R&B en las voces, los beats oscuros y repetitivos, una instrumentación muy discreta pero bien ensamblada que creaba una atmósfera… todo marchaba bien hasta que unos meses después, el productor ahora cantautor puso Tremors en streaming para que todos escucháramos que el álbum no era más que un compilado de 11 ejercicios bajo la misma fórmula de los sencillos que ya conocíamos. 11 “Lessons” con variaciones aquí y allá que hacen difícil diferenciar las canciones entre ellas.

Con una base puramente pop, las canciones de Tremors tienen la suficiente sofisticación para ser considerado como un álbum indie, del tipo que escucharemos en Pull & Bear durante algunos meses. La influencia de R&B se limita en la mayoría de las ocasiones a la técnica vocal, pero no logra ni acercarse a la experiencia de escuchar a The Weeknd. La electrónica que reviste las canciones revista el catálogo de actos de la década pasada, los beats compuestos a-la Fever Ray y los sintetizadores amortiguados de los Junior Boys.

Los aciertos de SOHN como productor son quizá sus errores como cantautor, no cabe duda que su experiencia en la cabina se ve reflejado en un sonido prístino, como una versión cristalina de lo que el el dúo de R&B entregara en su álbum del año pasado, pero el constante uso de sampleo de su propia voz, la estructura repetitiva en todas las canciones, la misma textura, la misma fórmula, hacen que precisamente las canciones que cuentan con menos foco en la producción sean las mejores del disco. Por decir algo, “Artifice” que se supone sería la carta fuerte del álbum, sufre de una sobreproducción donde los beats orientales y la progresión de notas en el sintetizador suenan, precisamente, artificiales, al contrario de “Paralysed” donde una voz más desnuda deja que el artista se asome por encima del productor.

Quizá solo sea que Tremors va a estar en el estante incorrecto en las tiendas de discos, cuando como un disco pop brillaría por incorporar al mainstream el espíritu de R&B noventero que ha venido resurgiendo en la escena, como un disco indie, carece de alma y de pasión por la música en sí. Al final, más allá del género, las intenciones de SOHN, parecen ser las de comercializar en una sola obra, todas las vertientes que han tenido influencia en la música independiente de estos primeros años de la década.