Fred Frith + Mike Patton @ Radar UNAM

October 2, 2011

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Advertencia: esta reseña contiene lenguaje imperioso, y conceptos nebulosos los suficientemente abstractos como para explicar la presentación de Fred Frith y Mike Patton, anoche, durante Radar UNAM. Éntrele bajo su propio riesgo.

Por: Luis Arce (@lsfarce) /// Fotos: Ariette Armella (Radar UNAM)

Es la construcción del acto y no el concepto del mismo lo que mantiene la atención, cada pieza interpretada con sugestión y conocimiento, cada movimiento ejecutado con maestría y limpieza. Hay en este tipo de presentaciones una extraña sensación de apartamiento, no por qué la música resulte complicada o por qué el público en general se encuentre aquí con la intención de ver a Mike Patton, dejando a Fred Frith en una posición muy incómoda. La verdadera explicación de este distanciamiento reside en el lenguaje propio de la improvisación. Un lenguaje que sólo se explica en sus movimientos, es decir, mientras sucede; y que generalmente se aparta de la comprensión general, porque sus dimensiones son distribuidas en el espacio de tal forma que la presentación resulte en una exposición compleja de las ideas del artista. El lenguaje de la improvisación es certero, pero indudablemente mucha de su importancia reside en la intimidad del improvisador en la aplicación y coordinación de la técnica y la expresividad. Su continuidad conduce a una sensación de límite, de vacío, donde la cabeza se asienta dispuesta a recibir todo lo que el músico pueda ofrecerle.

Fred Frith es la clase de artista cuya actividad pertenece intrínsecamente a su pensamiento, la aplicación de diversas herramientas como el virtuosismo, o la extensión de sus conocimiento hacía el territorio de la electrónica permita la coexistencia en un mismo artista de discos como Traffic Continues o Clearing. Si bien es cierto que Mike Patton por sí mismo es capaz de reventarle los oídos a sus escuchas, cuando se encuentra acompañado de uno de los más grandes guitarristas que podemos escuchar hoy día, los resultados son asombrosos. La complejidad, la resonancia material, la armonía que los dos encontraban, aún con esfuerzo, aún con el golpeteo incesante del desentendimiento; terminó por centrar la atención del público en una compleja abstracción de sensaciones. La metáfora de la mazmorra o el calabozo, parece tan certera para la descripción de este concierto que evitaré mencionarla de nuevo. Lo que si diré, es que la conjunción de la poderosa voz de Patton y las técnicas instrumentales de Frith consiguieron sorprender y además de todo, resultar efectivas.

Este tipo de complejidad musical, es a veces desconocida, para gran parte de los espectadores; quienes pueden encontrarse desorientados, estupefactos y en ciertos casos, molestos, con el espectáculo que era desplegado en el recinto. Patton y Frith logragon sin embargo, dotar de una simetría particular a la continuidad de la música, dejando espacio para que los poderosos acordes de Frith inundarán la sala, generando la sensación, ciertamente inaprensible, de enclaustramiento; sensación que era despezada y pisoteada en el suelo, cada vez que Mike estructuraba desde las profundidades de su voz, esos tonos tan característicos y tan extraordinarios de sus interpretaciones.

Ahora bien, sin lugar a dudas, creo que Patton ofreció un espectáculo digno de verse; pero fue el guitarrista inglés quien realmente centró la atención del público, que podían admirar su técnica y su trabajo; pero la manera en la que improvisaba, decantaba a tal grado texturas tan deliciosas, que permanecer indiferente no era una opción, no era si quiera parecido a una opción.

El efecto, después de todo, depende del orden. En este caso, pudimos observar un espectáculo dispuesto para suministrar una dosis de adrenalina, cuatro miligramos de costumbre, ocho kilos de novedad, reducido hasta sus más ínfimos elementos: el hombre, su entendimiento con el público y sus instrumentos; pero más que nada, la interacción sensible que ocurría entre los tres.

Quizás la única queja, fuera del desagrado que en algunos momentos provocaba Patton, sería que la noche terminó demasiado pronto, con una duración aproximada de una hora; pero una hora fascinante después de todo. El efecto es precisamente esa ausencia de percepción, todo se reduce a la sensibilidad del oyente, para dejarlo sentado: basta con tomar un público con disposición para escucharlo todo –sí, lo digo en referencia a Subotnick, un par de artistas con tendencias más parecidas a un torbellino que a la cadencia del aire, y un recinto que pueda contener todo esto sin derrumbarse. La finalidad del efecto es enfrentarlos.

Post escrito por: Luis Arce

2 thoughts on “Fred Frith + Mike Patton @ Radar UNAM

  1. Steve Vilchis

    Este tipo de complejidad musical, es a veces desconocida, para gran parte de los espectadores; quienes pueden encontrarse desorientados, estupefactos y en ciertos casos, molestos, con el espectáculo que era desplegado en el recinto.

    Te pasas de verga mano, pinche sabelotodo no?

  2. Pingback: Zorn70: Dos noches celebrando a John Zorn en la CDMX - Me hace ruido

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