M Jazz 2024:
Festín musical para la gran metrópolis
Por Ernesto Flores Vega
Es casi medianoche del sábado 10 de febrero en Parque Bicentenario, Ciudad de México. La Big Band del multi-instrumentista estadunidense Louis Cole dicta cátedra con un profundo Jazz contemporáneo, impregnado de Funk, a un público multi-generacional que ha gozado la segunda edición del Festival M Jazz 2024 desde las soleadas dos de la tarde.
Parece un milagro, pero no: es el fruto del trabajo de un gran equipo de gente que por décadas terminó de amalgamar una escena jazzística capitalina: clubes, festivales, músicos, promotores, críticos. Jordi Funtanet y Santiago Ordorica, artífices del M Jazz 2024, lograron este año incrementar 50 por ciento la asistencia al mismo, frente a la del 2023, con un equipo de 38 personas de base y alrededor de 200 el día del festival.
Con el sol en lo alto durante el día, sin lluvia y con un frío –ya en la noche- que se combate con movimiento, baile y alguna pócima destilada, el M Jazz 2024 volvió a rendir frutos con una acertada curaduría. A sus 40 años, Funtanet –amante de The Köln Concert, de Keith Jarrett, y de Sketches from Spain, de Miles Davis– sabe que el gran reto de su festival boutique es “jalar a las nuevas generaciones”. Y lo está logrando.
Para él, el gran punto racional para armar el line up, es el disfrute. No es –y lo recalca- un festival curado a partir de listas de popularidad. Tampoco uno con el lastre de purismos, posturas académicas o sanciones sobre lo que es o no el Jazz, desde posiciones dogmáticas.
Las seis agrupaciones que se dieron cita este año ilustraron los amplios parámetros de lo que puede entenderse como Jazz en la tercera década del siglo XXI. Fue, también, y casi sin quererlo, un seminario gozoso e informal de y para bateristas, con tres proyectos comandados por percusionistas, como la brillante potosina Karina Colis (suma cum laude en la Berklee School of Music); nuestra gloria nacional Antonio Sánchez y su Bad Hombre, y el citado Louis Cole, un músico versátil, fluido y versado en el Pop y el Funk, que se atrevió a ensamblar una Big Band con puro talento joven. Si en la edición 2023 del M Jazz, los extintos The Comet is Coming demostraron que el Jazz Rock psicodélico está vivo, brioso y coleando por el free y la herencia de Coleman y Coltrane en Shabaka Hutchings y sus dos escuderos, este año Louis Cole nos hizo imaginar lo que hubiera ocurrido si Glenn Miller o Benny Goodman se hubieran cruzado (en todos los sentidos) con James Brown o Prince.
En los sets de Karina Colis y la argentina Sofía Rei se hizo presente la rica y variada tradición latinoamericana y el público las escuchó con atención y buena recompensa. Colis robusteció su agrupación con la suma del guitarrista Cris Van Beuren. A Rei la acompañaban, entre otros músicos de primer nivel, el bajista JC Maillard, con quien grabó The Book Beri’ah Vol. 1 de John Zorn para su sello Tzadik.
A pesar de pequeños problemas técnicos, T’orus pudo mostrar con entusiasmo y energía su afortunado mestizaje de Jazz, Funk y Hip Hop. La banda chilanga comandada por el tecladista y compositor Christian Balderas tocó material de su Donut Shaped Universe y cosechó buenos aplausos.
Chief Adjuah y Antonio Sánchez con Bad Hombre signaron las que, a mi juicio, fueron las tres horas de mayor intensidad y revelación del M Jazz 2024: música sin fronteras, incatalogable, abierta, arriesgada, de cualidades notablemente expansivas.
Inspirado evangelizador de lo que ha elegido llamar “Stretch Music”, una forma con raíces en el Jazz que no tiene género y que intenta “estirar” las convenciones rítmicas, melódicas y armónicas del Jazz para abrazar múltiples formas musicales, lenguajes y culturas, Chief Adjuah (alguna vez conocido como Christian Scott) mostró que todo cabe en la música propositiva sabiéndolo acomodar: Blues, Sicodelia, Acid Rock, Bebop, Free Jazz, ritmos tribales, africanidad pura. Talentoso hombre de equipo, deja brillar a sus músicos, de manera especial a la flautista Elena Pinderhughes y al percusionista Weedie Braimah, virtuosos por derecho propio.
Antonio Sánchez (quien dedicó su set a su abuelo, Ignacio López Tarso, fallecido hace un año) enarboló una bandera de gozoso riesgo y aventura. Los frutos jugosos de sus inquietudes pandémicas (que el lock down/aislamiento sirva para algo, habrá dicho) ganaron en sabor con el input de las piezas que le compartieron Trent Reznor, Ana Tijoux y Dave Matthews. No sé cuántas agrupaciones jazzísticas estén girando en este momento por el mundo con una vocalista dotada y versátil como la admirable Thana Alexa, señora de Sánchez, además de dos tecladistas/arquitectos sonoros: BIGYUKI y Lex Sadler, y un percusionista. Aquí no hay alientos ni contrabajo, pero ésta es música de avanzada y la hace y lidera un mexicano, insigne baterista del grupo de Pat Metheny.
No sé si me ganó el entusiasmo por el Jazz y su evidente arraigo y proliferación en mi imbatible Ciudad de México, pero estoy convencido de que el M Jazz 2024 ha venido a enriquecer la oferta de festivales y ciclos del género en la metrópolis (el de Polanco, de Eddie Schwartz; y el NY Jazz All Stars, en El Cantoral, organizado por DeQuinta Producciones, con Eugenio Elías y Maribel Torre a la cabeza).
Puedo imaginarme a un Jordi Funtanet, chavo acompañando a su papá al New Orleans, o al Papa Beto, y soñando cosas grandes, chingonas. Propietario de Parker & Lenox, me confiesa: “Me encanta conocer las ciudades del mundo por sus clubes de Jazz”. Otro dato que me alegra saber que si en la edición 2023 del M Jazz 2024 hubo 30 niños con boleto pagado, ahora fueron 150.
Y ahí estoy de nuevo, la noche del 10 de febrero, en lo que fue una refinería de Pemex en mi infancia y ahora es el Parque Bicentenario, en los linderos de Azcapotzalco. La big band de Louis Cole acaba de regresar al escenario. Repetirá “Thinking”. Contagiosa. Imposible no moverse, danzar y aplicarle una llave maestra al frío. Buena clase de Jazz. Gozosa. Hay alumnos de sobra. Apuesto a que muchos repetiremos la lección en el 2025.