Lamb of God @ Pepsi Center WTC

Por Diego Álvarez Rex
Fotos Óscar Villanueva (Flickr)

Da gusto ver como una banda como Lamb Of God que debutara en México en el escenario del Circo Volador hace poco más de un lustro, de pronto ya entre por la puerta grande y tenga de rodillas un foro tan grande como el Pepsi Center WTC sin haber comprometido su calidad o recurrir a un dueto con algún cantante Pop o productor de EDM: Lamb of God el pasado viernes en la Ciudad de México fue un espectáculo digno de los anales del metal local.

Era justo y necesario el regreso de esta banda a la capital mexicana tras más de cuatro años de su último concierto estelar en el desaparecido José Cuervo Salón en un infame show donde bajaron a mentadas al acto invitado en ese entonces, Hatebreed, pero se consagraran como una banda capaz de convocar metaleros de gustos extremos con playeras de Napalm Death y Carcass, hasta aquellos de gustos más pasivos como Megadeth y Deftones, pero sin duda alguna, la exposición que les dio el haber sido parte de la primera edición del Knotfest México los catapultó como pocas veces se ha visto crecer de una visita a otra a una banda, recordando casos como Slayer del Salón 21 al Palacio de los Deportes, o Avenged Sevenfold de ese mismo recito a igualmente el Domo de Cobre tras ser teloneros de Metallica.

Aunque el espacio estuvo apenas a la mitad de su capacidad, con la cortina trasera recorrida considerablemente tal vez por el alto costo de los boletos ($700 que desembocaron en 2×1 y descuento sí tenías entrada del Knotfest), el sonido del público tras apagar las luces e iniciar la serie de proyecciones que acompañarían a la banda en su hora de presentación fue más que contundente. Por nada es de sospechar el por qué han sido señalados como de las mejores bandas en vivo que hay hoy día, además de que si bien se les ha señalado como parte del “Sonido Groove Metal” como Pantera, Diamond Head o Five Finger Death Punch, su estilo y nivel de ejecución los lleva a terrenos inclusive más alternativos y de parcelas de complejidad que bien los ha trasladado hasta festivales como Bonnaroo o Roskilde.

Con la característica agilidad de su vocalista para dar un verdadero show, “el Cordero de Dios” cerca del final de su presentación convocó lo que se volvería el “Circle Pit” más grande que haya visto el foro para conciertos, y si bien habría que hacer memoria en shows de Megadeth, Pennywise o Panteón Rococó, el espectáculo de cuerpos voladores fue memorable; Randy y compañía dejaran ver su agradecimiento a un público, desde cubriendo su cuerpo con una bandera mexicana arrojada por un fan o dar gracias tanto a promotores como a seguidores del proyecto desde de sus inicios, no era para menos que por último también aprovechara para mostrar su solidaridad con el rechazo al futuro presidente electo de Norteamérica. Nos esperan muchos conciertos tocando ese tema ahora que caemos en consciencia.