RPM: 20 años de I See A Darkness de Bonnie “Prince” Billy

January 16, 2019

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20 años de I See A Darkness de Bonnie “Prince” Billy

Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_

WIll Oldham es un amasijo de influencias: el primer Bob Dylan (y un poco del de mediados de los setenta), el Neil Young de la época de Harvest y After The Gold Rush, el Johnny Cash que le jugaba más al Folk que al Country, Joe Strummer después de The Clash, el Bruce Springsteen de Nebraska. Oldham es lo que se conoce como un outlaw. Nunca ha estado imbuido en el mainstream porque no le interesa. Su música ha sido recibida por unos cuantos aferrados con las orejas bien abiertas desde que se hacía llamar Palace Music (o Palace Brothers, o Palace Songs). Su voz sobresale del resto por ese tremor que le otorga una pizca de angustia, ansiedad e inmediatez, y que podría parecer, a primeras oídas, que está fuera de tono, pero lo que sucede es que se empareja con las letras que escribe y que tienen exactamente las mismas características.

En 1999, Oldham transmutó en Bonnie “Prince” Billy y lanzó su primer álbum bajo ese nombre, I See A Darkness. Aquí, el cantante, empuñando su guitarra acústica y con un grupo pequeño de músicos de estudio, le dio rienda suelta a sus obsesiones. Escribió de muerte, del Apocalipsis, de la oscuridad que le rodeaba. El resultado es escalofriante, como es de esperarse, porque Oldham es una persona real cantando sobre cosas reales para personas reales en un ambiente real que se refleja en una producción directa y sin trucos que la adornen. Este es el sonido del Gótico Americano que Grant Wood intentó plasmar en su pintura homónima en 1930: una calma aparente a la que si uno se acerca descubre que los matices son espeluznantes. No hay manera de permanecer impasible si se le pone atención a la letra de canciones como “A Minor Place”, “Death To Everyone” o “Today I Was An Evil One”.

I See A Darkness resulta doblemente sorprendente si se toma en cuenta el momento en el que apareció. En un año en el que las boybands. el Nü Metal, y el soleado Ska californiano eran lo que parecían dictar el humor de las multitudes, un cantante folk de Kentucky se atrevió a no tragarse ni proyectar felicidad ni ligereza. He ahí el valor, la riqueza, la pertinencia, y la profundidad del debut de Bonnie “Prince” Billy.

Post escrito por: Ernesto Acosta

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